Año Verdi; mes de Traviata

Qué aficionado a la ópera no se ha enterado, a estas alturas del año que en 2013 se conmemora el bicentenario del nacimiento de Wagner y Verdi. Muy pocos, estoy segura de ello.

Mientras los grandes teatros se afanan en programar una infinidad de obras de estos dos compositores, yo por mi lado he empezado mí particular mes verdiano.

¿Y qué ópera verdiana puede ser más especial para mí?

Aquellos que me conocen bien estarán pensando en dos en el momento en que lean estas palabras: “Otello” y “La traviata”.

“Otello” porque es el personaje talismán de Plácido Domingo, por lo que me costó escuchar una grabación entera y representada por él, por lo que significó en un momento determinado de mí vida y porque con ella aprendí a valorar todos los sentimientos que los cantantes ponen tras sus personajes, la importancia del fraseo y la expresión, y el camino hacia el verismo, el cual adoro.

Pero quizás sea aún más especial para mí “La traviata. Iré hablando de ello a lo largo de estos días, ahora solo quiero apuntar que el mes de marzo lo he empezado con esta ópera y lo acabaré también (qué ganas) con ella. Sin duda un cap-i-cúa verdiano espectacular. ¡De traca!.



Para ir haciendo boca empecé este fin de semana una grabación del año 1981 que Plácido Domingo e Ileana Cotrubas protagonizaron en el MET. Mi gran “Traviata” de referencia que a día de hoy, nadie me la ha superado.

Allí podemos disfrutar de un Plácido Domingo en plenitud de facultades y que además gozaba de un excelente físico.

Una producción clásica donde las haya, pero a día de hoy, 22 años después de haberla visto por primera vez continúa siendo válida, apetecible y para nada añeja, pues a pesar de que la calidad de imagen de mi VHS no es la misma, ello no impide disfrutar de una gran sesión operística.

Por años que pasen, por grabaciones que pueda ver o escuchar de esta ópera, nunca, nunca podré olvidar de la forma en que el propio Domingo entona “Un dì felice etérea…” Sensacional simplemente. Ni él mismo se ha superado en este fragmento.

Los orígenes
Pero no podemos quedarnos tan solo, cuando se habla de “La traviata” a la música compuesta por Verdi y al libreto de Francesco Maria Piave. Debemos tener en cuenta que la obra, en la cual Verdi basa su preciosa “Traviata”, tiene origen en la novela de Alejandro Dumas Hijo y en su novela “La dama de las Camelias”.

Precisamente esa obra, bajo el título de “Camille” se llevó al cine en el año 1936 y su protagonista no fue sino otra que la gran Greta Garbo, que dio vida a Margarita Gautier al lado de un jovencísimo y guapísimo Robert Taylor.





















Ya en en los títulos de crédito se adivina la música que Verdi escribió para su “Addio del passato” y a lo largo de la película, y en especial cuando Margarita abandona a Armando Duval.
El film sigue casi fielmente la obra de Verdi, incluso en algún diálogo como cuando el padre de Armando aconseja a Margarita que lo abandone o que le diga que no le quiere.


Es en definitiva una película que todo amante de la ópera, y en especial de “La traviata” tiene que ver y valorar. Solo así podrá amarla tanto como pueda amar a la citada ópera de Verdi.

 
De lo clásico a lo moderno: la Traviata del reloj
El MET de Nueva York, ya hace algunos años que se ha enterrado producciones clásicas en pro de las modernas.

Y es precisamente en este mes, que supone el debut de Plácido Domingo en el papel de Giorgio Germont el próximo 14 de marzo, en el que saca a relucir de nuevo la producción que Willy Decker estrenara en 2005 en Salzburg con la pareja operística de moda en aquellos años: Anna Netrebko y Rolando Villazón, la misma puesta en escena que el año pasado ya se presentó a los neoyorquinos.







La obra me encanta y Plácido también, evidentemente, pero la producción me disgusta.

Pero para escuchar a Plácido en este papel merece toda la atención mundo, un role que puede hacer perfectamente suyo. Solo por ello, por escuchar su voz valdrá la pena estar allí.

Empieza la cuenta atrás.

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