Mi último más bello sueño
Zaragoza en las fiestas del Pilar es vivir en plena ebullición en unas calles rebosantes de gentes vestidas con sus trajes regionales y sonando jotas por todos los rincones. Alegría, devoción, pasión, flores, ofrendas y sobre todo, ver millares de gente en procesión dirigiéndose hacia la basílica del Pilar, no tiene absoluto desperdicio. Como tampoco lo tiene el colofón de estas fiestas de 2024, en la que uno de sus platos fuertes era el regreso al Auditorio Princesa Leonor del más grande intérprete que haya dado el mundo de la música, claro está que me estoy refiriendo ni más ni menos que al inigualable PLÁCIDO DOMINGO. A estas alturas de su carrera y de mí vida, no voy a descubrirle ni voy a presentarme. Aquellos a quien quiero, saben cómo vivo y siento cada una de las funciones del Maestro, y el Maestro también sabe ahora y de primera mano cómo las siento y las vivo, pues fue testimonio directo de mi entrega total y sin reservas a su arte. Una entrega intensa y pasional, llena