Bibidibobidibuuuu…Sí, esa fue mi gran noche….
Hay varias canciones del gran
Raphael que me gustan mucho, y permitidme que hoy traiga a colación una de
ellas como telón de fondo de este post que estoy escribiendo, y que se ajusta
como anillo al dedo para rememorar, sin lugar a dudas, uno de los mejores
momentos que he tenido la inmensa suerte de vivir.
Esta canción es “Mi gran noche” porque
fue -y valga la redundancia- una gran noche la que aconteció tal día como hoy de
hace 30 años.
Raphael empezaba su
interpretación cantando….
https://open.spotify.com/intl-es/track/6Tnnk7MAnZiDx67DJN2hnx?si=d2787426b0bb40c7
“Hoy, para mí, es un día especial
Hoy saldré por la noche
Podré vivir lo que el mundo nos da
Cuando el Sol ya se esconde
Sentí, y años después continúo
sintiendo que, aquel frío 12 de diciembre de 1995 minutos antes de salir de
casa con mi madre rumbo al Palau Sant Jordi de Barcelona sería un momento
especial. Mi primera salida de noche y para disfrutar ni más ni menos de
aquella voz que hacía tan solo cinco años llenaba mi vida… Un estallido de
nuevas sensaciones en plena adolescencia.
Y continúa la canción…
(….)
Podré cantar una dulce canción
A la luz de la Luna
Y acariciar y besar a mi amor
Como no lo hice nunca
¿Qué pasará? ¿Qué misterio habrá?
Puede ser mi gran noche
Y al despertar, ya mi vida sabrá
Algo que no conoce
Fue una gran noche. Mi gran
noche. Y yo a diferencia de Raphael sí que sabía lo que me esperaba: un
concierto inolvidable y mi primer y triunfal encuentro con el gran PLACIDO
DOMINGO, fruto de un cóctel de insistencia por mi parte, buena suerte y sobre
todo, buena predisposición y amabilidad infinita de este artista mayúsculo a
quien nunca dejaré de agradecerle el gesto que tuvo con aquella jovencísima
admiradora que en aquella época era.
La canción de Raphael, obviamente
sigue, y es archiconocida en todo el mundo, pero, quiero subrayar una estrofa
más:
(…)
Será, será esta noche ideal
Que ya nunca se olvida
Podré reír y soñar y bailar
Disfrutando la vida
Olvidaré la tristeza y el mal
Y las penas del mundo
Y escucharé los violines cantar
En la noche, sin rumbo
(…)
Sí, indudablemente así fue… La
noche que nunca se olvida. La que por años que pasen y cosas que nos pasen en
la vida, permanece siempre intacta e idealizada en nuestra memoria. Aquellos
buenos momentos que forman parte de nuestro haber personal y por los que vale
la pena vivir, no sé si dos veces como en la canción de Nancy Sinatra, pero,
sí, al menos, una.
Magia
Eso es lo que se produjo hace,
justo hoy, 30 años, un bello sueño que, a base de haberlo deseado con mucho
fervor desde que tenía tan solo 10 años acabó haciéndose realidad y de una
manera que jamás habría imaginado.
Bueno, en realidad para ser
sincera, lo había deseado muchas veces y había forjado esa ilusión lejana e
ideal, pero sin ni tan siquiera poder imaginar que algún día, los deseos más
profundos y limpios, se hacen realidad igual que en las películas de Hollywood o
en los dibujos animados de Walt Disney.
Hoy, día 12 de diciembre de 2025
se cumplen como vengo diciendo 30 años desde que tuve la inmensa suerte de ver
por primera vez a ese inconmensurable artista llamado PLÁCIDO DOMINGO. 30
años pues desde que hice de mi gran sueño una realidad.
Era muy jovencita aun cuando me
encontré delante de aquel titán de la ópera que, ataviado con su elegante frac
después del concierto que había ofrecido en ayuda para la reconstrucción del
Gran Teatro del Liceu reducido a cenizas aquél fatídico 31 de enero de 1994,
aguardaba paciente mí relato y contestaba de una forma muy natural a todas mis
preguntas. Creo que no he estado más nerviosa en toda mi vida como aquel día en
que no solamente tuve la oportunidad de escucharle por primera vez sin una
pantalla de televisión delante, sino porque era la primera vez que pude
acercarme personalmente a él.
Jamás olvidaré el gesto y la
deferencia que el gran Plácido Domingo tuvo conmigo. Llegar hasta él no había
sido fácil en una época en que no existían redes sociales, ni internet, y donde
todo se tenía que hacer por teléfono y a mano, y sin embargo, la sencillez y
sensibilidad del artista hizo posible un encuentro único, irrepetible y mágico.
De una amabilidad y cortesía
innata, cuando hablas con Plácido Domingo tienes la sensación como si lo
conocieras de toda la vida, y en todo momento estuvo pendiente del más mínimo
detalle para que todo saliera redondo.
Y Plácido, cual si fuera mi hada
madrina, sacó su varita mágica y… bibidibobidibuuuu, me tocó con ella para
convertir aquella noche en un momento inolvidable, especial y único, y, cual
Cenicienta moderna el hechizo se rompió un poco ya pasadas las doce de la noche,
cuando aún caliente de la emoción vivida, entraba en casa con mi madre y
contaba mi gran noche a mis abuelos y mi hermano.
El por qué fue posible y el cómo
se materializó todo es algo que siempre voy a llevar en mi corazón por lo
inusual que suele ser. Solo personas como PLÁCIDO DOMINGO hacen este
tipo de cosas. Solo Plácido Domingo es capaz de hacer esta clase de magia, es
innato en su persona.
Gracias y mil veces gracias por
ello, Maestro, por hacer de mi sueño una realidad, mi más bello sueño. Vivir una
vez para vivir esto, es como vivir dos veces.
Y acabo con un giño a una canción
popularizada por Nancy Sinatra para el film de James Bond “Solo se vive dos veces”
de la que hablaba antes y que decía… “Make your dream come true, you only
twice”…
No sé si yo viva dos veces alguna
vez, por esto, permitidme el dislate, y dejad que modifique la letra
adaptándola a lo que me gusta decir a todo el mundo “Make your dream come true,
you only live once” (Haz tu sueño realidad, solo se vive una vez).
Hazlo. Convierte tu sueño en una
realidad. No importa lo que cueste, lo que tarde, lo difícil que sea, porque siempre
vale la pena y, esas ilusiones cumplidas son de esas cosas que hacen plenas
nuestras vidas.
Mis primeros 30 años… Hoy estoy
de celebración, como podéis imaginar.


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