Piano. Cóctel. Ópera y Zarzuela.






Sabadell, años 195... Una docena de mesas. El triple de sillas. Ambiente de cóctel. Espacio distinguido. Piano y solistas amenizando una tarde-noche de domingo.

Sabadell, 8 de abril de 2018… Una docena de mesas. El triple de sillas. Ambiente de cóctel. Espacio distinguido. Piano y solitas amenizando la tarde-noche del domingo.

Entre estas dos situaciones, lo único que habría podido diferenciar estas dos veladas, hubiera sido las molestas columnas de humo que se hubieran elevado hacia el techo de las Cavas Urpí allá por los años 50. Por lo que hace referencia al resto, bien hubiéramos podido retroceder en el tiempo y nada habría cambiado. Buena música y buenas voces. Y para dar aún un toque más de elegancia, posibilidad de disfrutar de una copa de cava o un refresco mientras las voces de la soprano LAURA OBRADORS  y del barítono CARLOS DAZA afrontaban obras de Mozart, Verdi, Bellini y de compositores españoles, en una segunda parte dedicada a la zarzuela.



Caves Urpí

Era la primera vez que asistía a este recóndito espacio de nuestra ciudad. Y me gustó. Disfruté, de manera diferente, de aquella música que viene acompañándome desde que era muy pequeña.

El reducido recinto me permitió poder apreciar – casi tocar- a los cantantes a distancias muy cortas. Caras relajadas, y una buena compenetración que descubre quizás una bonita amistad fuera del escenario y evidenciaba una complicidad encima del mismo.

La iniciativa, a tenor de lo que dispone el programa de mano, vino de la mano de LAURA OBRADORS, y se le agradece encarecidamente. CARLES DAZA apoyaba también la idea, con ganas y entusiasmo. Ambos, estuvieron arropados por el pianista VICTOR GALIANO.

Una tarde de ilusión y de retos para Laura Obradors, sin duda alguna. Tampoco hay duda de que las voces están en caminos muy diferentes y encauzadas de diferente manera.




CARLES DAZA, a quién vi nacer profesionalmente con un – para mí – muy recordado Silvio de “I pagliacci” en el año 2005 en la Faràndula, llevaba la batuta. Ni rastro hay de aquel chaval que no alcanzaba aún los treinta años y que, con un sólido y buen material de origen, intentaba abrirse paso en este mundo tan difícil.

Han pasado los años. Y no en balde.

La voz se ha ensanchado. Ha crecido. Ha ganado volumen. La impoluta dicción y su expresividad, innatas, se mantienen intactas y, además, ahora, “es” más el personaje. Su cara, su movimiento corporal, sin ser exagerado, es adecuado y suficiente. Noble.

Aunque tuvo algún que otro pequeño desliz durante el concierto, para nada empañó una interpretación que hizo despertar sonoros y variopintos bravos.





LAURA OBRADORS, se enfrentó a piezas especialmente complicadas y difíciles como el “Quante volte” de “I puritiani” de Bellini o el “Deh vieni non tardar” que quizás requieran un mejor dominio de la coloratura en la primera y mejor control de fiato, en ambas.

Al lado de Carles, en sus dúos, y quizás sintiendo el apoyo de quien estaba pendiente de ella, de quien confiaba en ella, de quien le daba aliento y felicitaba al finalizar cada intervención, es cuando sacó lo mejor de sí misma.

Se la veía feliz y contenta, a la par que emocionada.



Los mejores momentos

Como no podía ser de otra forma, la interpretación de Carles en la “Cançó de l´avi Castellet” de la zarzuela catalana “Cançó d´amor i de guerra”. Pausada, sentida. Y qué gozo escuchar nuestra lengua, el catalán, tan bien cantada y pronunciada.

En ambos, la dicción en catalán era perfecta. Sin mácula alguna.

Pero si hubiera de quedarme con un solo momento, con un solo instante, esta vez sería el fantástico dúo de “El Caserío” de Guridi “Con alegría inmensa”. Dúo que apenas se canta de una zarzuela que ni se interpreta. De aquellas que quedan olvidadas en un cajón y van acumulando polvo, pero cuando con un suspiro ese polvo revolotea por el aire, descubrimos pasajes tan bellos y emotivos como el que nos ofrecieron Laura y Carles.

El dueto evoca ecos de la romanza, también cantada por el barítono, “Sasibil”, un momento de exultante y emotiva inspiración de Guridi al recordar un amor de juventud guardado en lo más profundo del corazón de un hombre y que nunca fue revelado.

Simplemente, sensacional. Gracias a los intérpretes por hacerlo posible y por emocionarme tanto en cinco minutos de música.



Capítulo de propinas

Dos, solamente.

“Otro” Mozart. No había bastante en el programa. Tres piezas de “Le nozze di Figaro” y una de “Don Giovanni” y su celebérrimo “La ci darem la mano”.

En esta ocasión, el turno fue para el simpático y divertido dueto de “La flauta mágica” entre Papageno y Papagena… para acabar con una especial versión del dúo de “La viuda Alegre” (Lippen schweigen) cantada en catalán y traducido como “Calla el llavi”.

Aplausos. Bravos. Reconocimientos.

Todo esto en casi dos horas que supieron a poco.




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