Luisa Miller en HD desde el MET (14-4-18)
Algunos la disfrutaron en vivo. Otros afortunados la siguieron en el cine. Otros, ni tan siquiera la pudimos disfrutar.
Pero siempre nos queda el soñar con que el MET la edite en DVD. Mientras esto ocurre, si es que llega a materializarse, gracias a mi ya colaboradora habitual, mi querida amiga MÓNICA MENCONI, hoy podemos tener una impresión en primera persona de lo que el sábado por la tarde ocurrió en el MET.
Desde el cine, en pantalla gigante, aquí tenemos qué es lo que dio de sí esta tan poco programada ópera y qué le hizo sentir a Mónica nuestro tan querido y apreciado Plácido Domingo.
Pura pasión es lo que supura en sus palabras.
Como siempre, agradecerle el esfuerzo dedicado a escribir estas cuatro líneas después de una intensa función.
¡¡Gracias Mónica!!
Había una vez o cuenta la leyenda……
Todos fuimos pequeños y hemos oído mil y una vez estas tres palabras, o
las otras tres, al inicio de un cuento. A partir de ellas todo podía suceder. Historias
mágicas y maravillosas hacían volar nuestra imaginación.
Crecimos. Fuimos viviendo la vida y perdiendo de vista ese mundo de los
cuentos. Pero la vida…la vida se encarga de darte tantas posibilidades como
sorpresas. Y un día uno descubre los deportes, el cine, el teatro y las artes
en todas sus manifestaciones.
A mi la vida me puso todo eso por delante, y más. Y como soy devoradora
y profundamente apasionada me incliné por aquello que más me fascinaba: el
ballet, la música clásica y la ópera. Vi todo y a todos los que pude en mi país
y fuera de él. Hasta que me hice “adicta” a ese arte que para mi reunía todo:
una historia (verídica a veces, o no), la escenografía, la actuación, el
vestuario, la iluminación, la coreografía, la música, y por sobre todas las cosas la voz humana
expresada a través del canto. Y con ese descubrimiento creo que recuperé todo
lo mágico que había ido perdiendo en el camino.
Pero no es que reseñaría Luisa Miller de G. Verdi? En eso estoy, créanme.
No les voy a contar lo que ya saben, porque los que leen este blog saben
de qué va la cosa. Al final, verán que todo tiene una explicación. O no.
La ópera
Luisa Miller es una ópera poco representada, estrenada en 1849 y fruto
del primer período productivo del compositor que venía a ser nexo entre el bel
canto y el verismo.
El argumento doy por sentado que lo conocen. Si así no fuera, Wikipedia
ayuda mucho. Digamos que muchacha del pueblo (plebeya claro) enamórase, siendo
correspondida, por un joven noble, condición ésta que oculta a su enamorada.
Padre de la muchacha: ex militar, honorable y respetado. Padre del joven: conde
de origen sospechoso y enemigo del anterior. El padre de ella sospecha del
joven, quien finalmente le confiesa a su amada su verdadero origen. Todo parece encausarse pero este amor estará
sujeto a los juegos maléficos del conde y su mayordomo (a la sazon enamorado de
Luisa), amenazas y malos entendidos que desencadenan una verdadera tragedia.
Ambos padres ven morir a sus hijos, y el conde además a su mayordomo.
Se le adjudica quizá escaso valor musical aunque yo no lo creo así.
Dícese que la historia es remanida y cae en lugares comunes, como si nunca se
hubiese hablado de amores no correspondidos o intrigas, traiciones y engaños en
otras óperas.
Luisa Miller es posterior a Macbeth y musicalmente es bella y gentil en
su inicio para ir tomando caminos tensos que derivan en drámáticos y fatales.
Sus personajes demuestran ser profundamente humanos en sus sentimientos y hasta
“políticamente incorrectos”. Esto se manifiesta claramente cuando Miller padre
declara que su hija se casará con quien ella ame, que el derecho a elegir
marido es sagrado. Y era el siglo XIX!!!
El elenco
Convocados a esta performance estuvieron Sonya Yoncheva (Luisa), Piotr
Beczala (Rodolfo, que otrora encarnara Domingo tenor), Plácido Domingo (Miller
padre), Alexander Vinogradov (Conde Walter, padre de Rodolfo), Dmitry
Belosselskiy (Wurm, mayordomo del Conde y enamorado de Luisa), Olesya Petrova
(Federica, Duquesa enamorada de Rodolfo) y Rihab Chaieb (Laura, aldeana amiga
de Luisa).
El elenco no podía ser mejor. Beczala (tenor) encaraba su primer Rodolfo
(que otrora cantara Domingo), Yoncheva (soprano) su primera Luisa y tercer rol
de la temporada en el MET y Plácido Domingo (hoy barítono) estrenaba su rol n°
149 (según se propia cuenta) como Miller padre. Los rusos Belosselskiy (debut)
y Vinogradov, ambos bajos.
YONCHEVA demuestra una
ductilidad asombrosa al encarar su tercer rol en una misma temporada. Y creo
que esta Luisa le va muy bien a su voz. No tiene la exigencia de una Elizabeth
de Valois, pero sí tiene momentos belcantistas que ella sortea con gran
solvencia y arias y dúos de notoria exigencia expresados todos con gran
sentimiento, compromiso y veracidad. Su voz siempre bien proyectada aunque en
la zona baja tenga una cierta tendencia al engolamiento. Su Luisa está muy
enamorada y lo manifiesta, también se angustia ante el posible engaño y se
muestra estoica cuando decide no ingerir alimento alguno. Los dúos finales,
primero con su padre y luego su enamorado son de enorme entrega y
magníficamente cantados.
(Aquí me detengo en dos pequeños detalles:
a) un gesto vulgar me llamó la atención, cuando le dicen que su
enamorado es noble, hijo del Conde Walter el enemigo de su padre, ella
manifiesta su incredulidad juntando la yema de los dedos y moviendo la mano
hacia arriba y abajo;
b) debe dejar de mirar tanto los monitores laterales, consideremos que
es la quinta función y va al mundo en HD).
PIOTR BECZALA se consagra a su Rodolfo y con su Rodolfo. Asi se lo demostró el
público con su ovación al término de la famosa aria “Quando le sere al placido”
y en el saludo final. Fue de menos a más pero siempre entregado, la voz
abierta, nítida, muy prolija dicción, agudos emitidos con absoluta limpieza
para irrumpir en el tercer acto con una determinación, potencia e
interpretación notables. Gran tarde para él!
Notable el bajo ruso VINOGRADOV.
Su Conde Walter fue malo, falso e indiferente según fue desarrollando su rol
hasta sufrir el castigo final viendo morir a su hijo. Posee una voz importante
que proyecta muy adecuadamente y se desenvuelve con soltura. Fue muy bien
recibido por el público.
DMITRY BELOSSELSKIY resultó una sorpresa por su gran desenvoltura, la potencia de su voz e
importante presencia escénica. No dudó en acomodar la carta y la pluma que
Luisa había desechado por los aires, ni descuidó detalles de cómo sentarse y
cruzar las piernas frente al Conde cuando éste le revela su plan. Muy
aplaudido. Para tenerlo muy en cuenta.
OLESYA PETROVA dotó a su Federica de los aires propios de una noble enamorada y
caprichosa dispuesta a todo para desposar a Rodolfo. Muy buena mezzo.
Un papel agradecido aunque pequeño es el Laura, la aldeana amiga de
Luisa. RIHAB CHAIEB lo cantó con
mucha ternura, su voz es dulce y ligera sin dificultades para llegar a los
agudos. Joven y bonita. También ella para tener en cuenta….
El coro tuvo un desempeño correctísimo si bien no tiene tanta presencia
durante la obra. Excelentes los niños de la aldea, como si jugaran y corrieran
en la suya propia.
La puesta
ELIJAH MOSHINSKY se caracteriza por su rigor, su extremo cuidado, su exquisitez en lo
sencillo. Impecable puesta.
La escenografía y vestuario fueron responsabilidad de Santo Loquasto.
Debería agregar algo más a su nombre? No lo creo….
Un excelente diseño de luces estuvo a cargo de Gregory Keller. Nada fue
descuidado en este aspecto.
Dirección y orquesta
Es notable cómo un gran director puede extraer de una partitura su
esencia, transmitírsela a sus músicos y a los cantantes logrando que cada momento
tenga la tensión necesaria. Un gran desempeño de BERTAND DE BILLY, su autoridad al servicio de la música de Verdi
hizo de esta Luisa Miller un verdadero disfrute.
Lo que creen que me olvido, no lo olvido: merece párrafo aparte
PLÁCIDO DOMINGO
Este señor de 77 años irrumpe en la escena con tal vigor que de entrada
ya te tira para atrás en tu butaca. Uno esperaría que comenzara tranquilo para de
a poco ir creciendo y no cansar demasiado su voz. De ningún modo! Canta y
parece que ya estuvo calentando hace horas. Su papá Miller posee toda la
dulzura por una hija única que sospecha ha sido enamorada por un hombre de poco
serias intenciones. La ama pero no le impone su autoridad sino que le da
libertad. Sufre por ella, enfrenta con fiereza a Rodolfo y a su padre que es su
enemigo, pero cede cuando comprende que el amor de Rodolfo es verdadero. Qué
prodigio vocal es Domingo! Qué actor consumado! Su entrega en la escena no
tiene límites, sinceramente no los tiene. Ese dúo final con su hija transmite
tan profunda emoción que es imposible contener las lágrimas. Y no he sido solo
yo, hubo varios en la platea en las mismas condiciones.
Al principio les hablé de las historia mágicas que nacían con “había una
vez” o “cuenta la leyenda” y de cómo la ópera me ayudo a recuperarla. Fue algo
más que la ópera…fue el señor Plácido Domingo cantando ópera.
Siempre digo dos cosas:
1) si Plácido subiera a un escenario y cantara “Mambrú se fue a la
guerra” seguramente todos lloraríamos por Mambrú debido a la credibilidad de su
interpretación.
2) Los que pasamos los 50, y más, no tuvimos la posibilidad de ver y
gozar de una María Callas; en compensación Dios nos permitió ser contemporáneos
de este señor. Del señor Plácido Domingo.
Cuando las generaciones que nos sucedan busquen, quieran saber o
simplemente investiguen en los libros (si para ese entonces existen claro), en
Wikipedia, Google o lo que fuera que haya, encontrarán que todo se inicia con:
“Había una vez…un tenor” o “Cuenta la leyenda que un tenor…..”.
Gracias a Dios es real, tan real que lo disfruté en vivo varias veces,
muchas veces. Hablé con él hasta por celular. Le di abrazos y besos. Era tan
real….en serio….pero claro…..se lo juro!!!!
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