“La rebotiga” de Marcel Gorgori
“La rebotiga de l´òpera”, algo más o menos que traduciríamos como la trastienda de la ópera. Todo aquel trabajo que sabemos que existe detrás de cualquier representación o concierto, y que sin embargo no vemos. Un esfuerzo que no es en ocasiones suficientemente apreciado, pero sin él, cuando los intérpretes salen al escenario, no se produciría el efecto que deseamos. No se produciría la magia.
Magia es lo que se percibe cuando una está sentada en el teatro y sale el
tenor de turno y borda un aria que se concatena con un dúo electrizante con la
soprano. Luego llega el turno del enfrentamiento con el barítono que acostumbra
a ser el malo de la función, y todo ello, para finalizar en un concertante
final que pone punto y aparte a un acto, para seguidamente dar inicio al otro.
Magia. Y nos quedamos con la boca abierta y admirados ante semejante
situación. Todo acorde, todo milimetrado hasta el más último detalle. Pero este
efecto requiere disciplina y no es sino fruto de un pesado entreno. Así como el
ilusionista pasa horas y horas delante de un espejo anhelando encontrar la
perfección para que no se descubra el truco, los intérpretes invierten el
tiempo en el estudio y en los arduos horarios de ensayos.
Somos conscientes de ese trabajo aunque hasta cierto punto. De los ensayos,
ensayos y más ensayos. Pero, desafortunadamente no podemos ser testimonios de
esas largas jornadas. Un quehacer que para mí, es de lo más interesante. Poder
ver las dudas, las inquietudes, los miedos o las dificultades de los
intérpretes a la hora de afrontar una ópera entera, un dúo o un aria.
Por lo tanto se agradece cualquier iniciativa que nos permita poner la
nariz donde nunca hemos sido invitados. Y, precisamente esto es lo que pudimos
saborear ayer por la tarde en el Teatre Kursaal de Manresa dentro de un nuevo espectáculo
que, bajo el título comentado al inicio, tiene la pretensión de mostrar todo
aquello que escapa del ojo del aficionado.
Detrás del telón
Esto es lo que se nos propone desde Simfonova
una iniciativa que tiene como objeto crear espectáculos operísticos pero
introduciendo salpicones de pedagogía y comunicación. Tras este proyecto de
semejante envergadura, como no podía ser de otra forma, está MARCEL GORGORI.
Gorgori es una figura lo
suficientemente conocida en el mundo de la ópera y su trabajo marcó un antes y
un después dentro de esta difícil disciplina. Su forma de abordar temas tan
complicados –siempre con tintes didácticos- ayudó a muchos aficionados a
empezar a comprender y a ver la ópera desde una perspectiva diferente durante
su etapa televisiva. ¿Quién dijo que la ópera es algo difícil? Marcel Gorgori siempre
la hizo fácil. Y lo demostró más de una vez, semana tras semana, en el
tristemente genial y desaparecido “Nit d´arts”.
Y al cabo de tanto tiempo, continúa con el mismo espíritu e ilusión.
“La rebotiga de l´òpera” no deja pues de ser “una cara lavada” del “Nit
d´arts”, con muchos más recursos a nivel audiovisual y que además, aúna a la
magia y a la emoción del directo de ver a aquel que revolucionó la didáctica en
la ópera.
Marcel Gorgori, de profesión periodista – aunque sobran las aclaraciones-
es un gran comunicador. Entusiasma a la gente con su entusiasmo y emociona al
público con sus emociones. Y ayer por la tarde lo hizo de nuevo. Tocó temas
varipintos que fueron desde las exigencias de los directores de orquesta para
con los intérpretes, pasando por las dificultades de algunos momentos que se
pueden encontrar en la mayoría de las óperas. Se detuvo un momento para
mostrarnos el por qué el trabajo del director de orquesta es tan esencial para
desembocar en un tema que se las trae, como es el ego de los intérpretes.
El concierto se alternaba con vídeos en los que se mostraban recortes de
los ensayos, momentos de terapia colectiva y alguna que otra sorpresa que
resultó ser un regalo inesperado al repertorio que figuraba en el folleto de
mano.
Pianos, pianísimos, fortes, fiato, coordinación,
metrónomo y romanticismo
El segundo espectáculo de Simfonova contaba en esta ocasión con tres
fantásticos intérpretes. Por orden de rigurosa aparición: el tenor Carles
Cosías, la soprano Sara Blanch y el barítono Carles Pachón.
Alguien quiere saber qué diferencia hay entre una nota acabada en “forte” o
finalizada en un “pianísimo”… bien, pues ayer quedó bien claro cuando Marcel
Gorgori y el director al servicio de los cantantes DANIEL ANTOLÍ, exigieron en
los ensayos semejante tarea –tal como vimos en la proyección del vídeo- al
tenor CARLES COSÍAS que abrió el
concierto con la preciosa y difícil aria de la “Carmen” de Bizet, “La fleur que
tu m´avvais jetée”.
Cosías es un gran intérprete. Muy musical. Con un fraseo elegante que domina
a la perfección y que sabe jugar muy bien con las palabras llegando a cotas de
expresión insospechadas, pero no con esta aria. No con la Carmen en la que está
completamente alejado de su estilo y sello personales.
La voz sonó bonita porque es bonita, y a pesar de que es una sentida
declaración de amor, a esa “flor” le faltó un poco de agua. No estaba
suficientemente regada. Un francés que hay que mejorar, un amago de afrancesar
el son de la erre “a lo Alagna” que no le hace ningún favor –al contrario, le
suena artificial- y un discurso para mí poco matizado en el que, un intérprete
como Carles, puede dar mucho más de sí. El material está y es bueno, y estoy
segura que a medida que la madure sabrá encontrar el sentimiento adecuado para
hacer su aria más creíble. Debo destacar no obstante el escalofriante matiz que
nos brindó en su “o ma Carmen” final. Aquí salió el Carles que me gusta. El
Carles que imprime su sello propio, su sentimiento y su dominio brutal de la
palabra. Tres palabras en un aria de tres minutos y poco, pero, fue su mejor
aportación en un estilo que no le es para nada afín.
Imprimiendo carácter en la voz y acorde con las exigencias de una
dificilísima partitura como lo es el aria de la Reina de la Noche de “La flauta
mágica” de Mozart, la soprano SARA
BLANCH se presentaba con mucha fuerza ante el público que ayer tarde
llenaba el teatre Kursaal de Manresa. Sorteadas las agilidades, las notas
picadas, las coloraturas de una manera fácil fruto del trabajo en la
trastienda, un esfuerzo que no vimos, pero que sabemos que allí está.
Sufrió en los ensayos el barítono CARLES
PACHÓN a quién tocó atacar una aria de alta dificultad como el “Io morrò,
ma lieto in core” del “Don Carlo” verdiano. Una pieza que exige un más que
considerable fiato. Encadenar cuatro frases sin respirar con un “tempo” lento
es todo un “tour de force”, pero el joven Carles lo hizo. Y lo hizo bien. La
voz es bonita y se desenvuelve con seguridad en el escenario pesar de que hace
muy poco tiempo que canta.
Hasta ese momento habíamos sido testimonio de las dificultades a nivel
individual, pero, tal como explicó el propio Marcel Gorgori, la cosa se
complica cuando los intérpretes deben afrontar escenas en conjunto, como dúos,
tercetos, concertantes… Llegó pues el turno del primer dueto de la tarde-noche
en las voces de SARA BLANCH y CARLES
COSÍAS. La pieza en cuestión, el “Verrano a te sull´aure” de la
donizettiana “Lucia di Lamermoor”. Evidentemente no cantaron el dúo entero. Una
lástima, francamente, porque nos privaron de disfrutar del fraseo de Cosías en
el recitado con su “Lucia perdona” y en el siguiente “Sulla tomba…” que, en su
voz, estoy segura tiene que sonar extraordinariamente bien. Quizás algún día lo
podamos comprobar.
Pasar de un Bizet, más verista, a un Donizetti más romántico y flotante en
el paso de unos 10 o 15 minutos no debe ser nada fácil para la colocación
adecuada de la voz. Al menos esta es la sensación que me dio, aunque la pseudo comodidad
en esta pieza nada tenía que ver con la incomodidad de la primera. Y a pesar de
ello, la voz continuaba sonando bonita, y el fraseo era mucho más adecuado con
una apabullante concentración en el momento. Sara Blanch, cuya voz adolece
gratamente de un tono un tanto oscuro, fue una discreta Lucia.
Del coro “a bocca chiusa” de la “Madame Butterfly” de Puccini se dio paso a
otro momento audiovisual cuyo protagonismo se lo llevó CARLES PACHÓN y el ritmo marcado por el metrónomo, mientras veíamos
trabajar al intérprete una de las arias más difíciles para el barítono, la conocida
– a la vez que traidora- “Largo al factotum” de “Il barbiere di Siviglia”.
Primero, diciendo la letra poco a poco para ir aumentando, según sugerencia de
Marcel Gorgori, más y más hasta que irrumpe de verdad en el concierto la
orquesta y Carles Pachón hace su entrada triunfal, en una aria ejecutada con
nivel, aunque pasando algún que otro apurillo en alguna nota alta que se quedó un
tanto corta.
Y después llegó, con una ópera bufa como “L´Elisir d´amore” de Donizetti
uno de los grandes momentos de la tarde y que nos tenía reservados el tenor CARLES COSÍAS. Allí estaba el Carles
que había estado un tanto adormecido en sus dos intervenciones anteriores. Su
Nemorino, extraordinario donde los haya, arrancó un estruendo de aplausos. Su
bonita voz, sus marcados acentos en cada una de las palabras y el sentimiento
puesto en cada frase y en cada nota, le hicieron valedor de su gran triunfo. Los
sentimientos a flor de piel, del mismo intérprete, pero también del público.
Allí estaba como pez en el agua, y la voz, en esa tesitura, en belleza, no
tiene rival.
Y repitió también, en estilo y sentimiento en el concertante que cierra el
primer acto de esta misma ópera y que reza así “Adina, credimi” –
particularmente uno de los momentos para mí más bonitos de esta extraordinaria
ópera, que dicho sea de paso, adoro. Al lado de COSÍAS, BLANCH y PACHÓN,
en sus respectivos roles de Adina y Belcore amenizaron el final de la primera
parte.
De las tareas del director, del
concertino, del arduo trabajo de actuar y… de los egos
Si uno mira detenidamente el programa, se dará cuenta de que está bien
escogido, pero no es determinantemente largo. O, a simple vista no lo parece producto
quizás del efecto de tener a unos muy buenos intérpretes encima del escenario.
MARCEL GORGORI relaja mucho el ambiente con sus instructivas
aportaciones. No sé cuál pueda ser la relación entre la “rebotiga” y lo que voy
a explicar a continuación. Hay un poco de mezcla quizás en el concepto de “rebotiga”
y de que la ópera, cuando está bien interpretada, no puede ser solamente para
unos cuantos, pero, en todo caso, haya o no un “leitmotive” entre ellos, agradezco
el bache porque nos permitió gozar de una pieza más, de sorpresa, y de añadido
a un extraordinario programa. Aunque el vídeo ya lo había escuchado hace un
mes, pero no por ello dejó de sorprenderme y emocionarme de nuevo.
¿Que la ópera gusta incluso a aquel que nunca ha pisado un teatro? Es
posible. Para comprobar tal cosa, los intérpretes accedieron a un experimento
propuesto por el propio MARCEL GORGORI.
Sacaron la ópera a la calle, y en una tarde de un día cualquiera, en pleno
centro comercial, empezaron a sonar las sensacionales notas de uno de los
concertantes más maravillosos que salieron de la pluma de Bellini, su “A te o
cara” de “I puritani”.
Cuando, en medio de un barullo monumental se escucha una voz tan bonita
como la de CARLES COSÍAS entonando el
flotante “A te o cara”, incluso a aquel que la ópera o la música no le es algo
afín, tiene la inmensa necesidad de pararse y escuchar. No puede ser de otra
manera, porque voces así no se escuchan cada día y menos en un centro
comercial.
El vídeo retrata como los transeúntes cargados con bolsas se detienen ante
semejante belleza, y con las bocas abiertas quedan estupefactos ante un re
sobreagudo que Cosías ataca sin temblar. Las voces de SARA BLANCH y de ELISA VÉLEZ, junto a la de CARLES PACHÓN acompañados al piano por
el maestro DANIEL ANTOLÍ, acaban de
hacer posible el milagro: la ópera no es solo para unos pocos, sino para todos
aquellos que con una nota se emocionan. Que no es necesario saber de ópera para
que te guste, porque la música, simplemente llega y emociona. Inclusive al más insensible
de los mortales. Este es el verdadero poder de la ópera y la voz le sirve de un
ideal vehículo.
Gracias por este “cameo” no previsto, que nos permitió gozar de una pieza
extra.
Para denotar la dificultad del trabajo del director de orquesta y el
concertino, MARCEL GORGORI nos
propuso otro vídeo, en el que quedó demostrado que una orquesta no es buena por
la calidad de sus intérpretes – que también- pero la misma, sin un buen
director que las conduzca no funcionaría. Nos destacaron también el trabajo del
concertino, una figura conocida por su etiqueta pero de la que a veces se
ignora cuál es el verdadero significado que se esconde tras la misma.
Y de dificultades el mundo de la ópera está llena. Cantar, expresar, llevar
al público a cuotas máximas de emoción y placer es muy difícil. Algunos lo
logran en exceso, otros lo intentan, y muchos no son capaces de lograrlo. La
parte vocal, como es consabido es en todas ellas de unas dificultades endemoniadas,
pero, cuando la partitura está rellena de coloraturas, de notas estratosféricamente
altas y que exigen de una concentración y afinación bárbaras… si además de todo
esto se exige que el cantante además, actúe, se hace doblemente dificultoso.
Pero es que si además, a MARCEL GORGORI
se le ocurre meter a SARA BLANCH
dentro de un baúl para ambientar el tema de la credibilidad, y de ahí ayude a
salir a la soprano transformada en la muñeca Olympia, la cosa adquiere otra
dimensión.
Sara Blanch interpretó y muy bien a la autómata más famosa del mundo de la
ópera, una partitura muy difícil, muy aguda y llena de exigencias que obliga a
tener y hacer gala de una más que considerable técnica vocal. Y cumplió con
creces su cometido.
Llegamos en este punto al capítulo de los egos, uno de los más morbosos del
mundo de la ópera. Que el divo tal cancela… que la diva cual quiere una marca
de agua especial y bajo contrato… que… y no continúo porque todos, en algún
momento puntual hemos leído sobre ello. ¿Que los intérpretes tienen ego…? Unos
más que otros, supongo. Es algo connatural en los artistas.
Esta conversación dio paso al divertido terceto de “La fille du regiment”,
el simpaticón “Tous le trois reunis”. De nuevo en francés. De nuevo Donizetti.
Y de nuevo las tres voces en el escenario: COSÍAS,
con un mejor francés, más distendido
y divertido pero sin dejar de lado la concentración. BLANCH pizpireta y sensacional en la parte escénica y PACHÓN solvente, cerrando un
maravilloso momento musical de la tarde. Un auténtico número de “revista” bien
coordinado e interpretado.
Vino después un momento de reflexión de los cantantes. Psicoterapia
colectiva que tuvo como maestro de ceremonias, y nunca mejor dicho, al tenor JAUME ARAGALL. Allí, con todos los
protagonistas del concierto sentados, en mangas de camisas e informales, sin
saber que las cámaras estaban grabando, dejaron salir momentos divertidos, como
las imitaciones de Julio Iglesias y de Joan Manuel Serrat que nos brindó Carles
Cosías – realmente un momentazo divertidíssimo- al son de “Che gelida manina” y
de “Pirineu tes blanques comes” respectivamente; las dificultades narradas por
Elisa Vélez después de ser madre; situaciones más incómodas vividas por el
propio Aragall, y relatos de ilusiones frustradas por enfermedades sobrevenidas
que truncaron una carrera que estaba despegando y volando a velocidad de cohete
hasta los más importantes teatros. Carles Cosías, el protagonista de este
relato verdadero lo comentaba con resignación y cabeza fría.
Afortunadamente pues, después de varios intentos, la solución llegó a su
problema de un día para otro y gracias a ello, hoy podemos continuar gozando de
esta – nunca me cansaré de decirlo- bella y extraordinaria voz. Siguió a este
momento de recogimiento otro de sus grandes interpretaciones de la noche “È la
solita storia” de “L´arlesiana” de Cilea, que CARLES COSÍAS, señores, borda. Cómodo, marcando palabras, sacando
todo el sentimiento que hay tras ellas… Su “mi fai tanto male” es sencillamente
arrebatador, y todo ello envuelto en la belleza tímbrica de su voz, le hicieron
valedor del segundo estallido de aplausos de la noche.
Y de “La Arlesiana” al maravilloso dueto de “Los pescadores de perlas”, “Au
fond de temple saint”. De nuevo en francés y de nuevo Bizet. En el primero, COSÍAS, no se había sentido tan cómodo;
en este segundo, la comodidad era ya más evidente. Junto a él, el joven CARLES PACHÓN hicieron las delicias del
público, mientras que una bellísima SARA
BLANCH irrumpía, desde la platea hasta el escenario, simbolizando al
personaje de Leila, la protagonista de esta ópera que Bizet, ambienta en
Ceilán.
El concierto oficial, terminaba aquí, pero después de una ronda de
aplausos, repitieron el divertido y simpático y pegadizo terceto de “Tous le
trois réunis” de “La fille de regiment” de Donizetti con las mismas
características que en la interpretación dentro de programa oficial.
Las emociones de la ópera
Una tarde divertida y de muchas emociones. Algunas de contradictorias.
Otras de previsibles. Otras, reveladoras. Tarde de ilusiones, tarde de
nostalgias. Una tarde de luz en medio de una oscuridad latente a la que solo
eché en falta decirle a Marcel Gorgori, tal como si hacía en mi querido “Nit
d´arts” : “Marcel, treu una pissarra…”.
Comentarios