Dolce Vita. Amaro Kaufmann
Parece ser que el otoño se ha instalado ya entre nosotros. Las primeras
bajas temperaturas se empeñan ya en enfriar las casas que conservan aún ecos
cálidos de un verano que, desgraciadamente hace ya días que tocó a su fin.
En estas épocas, pues, mientras escuchas el agua de la lluvia que repica
insistente en los cristales de la ventana acabados de limpiar, apetece pues
escuchar un disco cuyo telón de fondo tiene como escenario la bella Italia. Un
disco de canción italiana y napolitana, repertorio que siempre funciona y
conquista por sus preciosas y encantadoras melodías. Pero también porque cuando
pensamos en semejante repertorio lo asociamos al verano, al calor, al amor y a
la brillante luz del sol que se posa sobre nuestro azul mediterráneo. En
definitiva, lo relacionamos con aquella época del año en la que somos más
felices, y eso es, cuando estamos de vacaciones y relajados, libres del estrés
que nos provoca el día a día.
Un disco, el último trabajo de JONAS
KAUFMANN, que tiene, aparentemente todos los elementos para ser una pequeña
joya a añadir en nuestra colección de música, y que, valga la redundancia,
aparentemente, conquista de entrada por repertorio y por el interés que suscita
su intérprete.
Así mismo, el vídeo promocional de la grabación es alentador, interesante e
invita a pensar que Kaufmann puede sacar petróleo del mismo, porque en el breve
trocito que nos presentan, la voz suena francamente bien. Pero lo cierto es
que, volviendo a la apariencia, todo se queda en una falacia. En una ilusión.
En una quimera.
Qui dove el mare luccica…
Con estas palabras de la canción “Caruso” comienza el disco. Y empieza
potente con esta pieza a la que Kaufmann no le hace justicia. Ni a esta ni al
resto de las que acaban completando un disco de una hora de duración que se
hace, para mí, eterno, aun siendo una gran admiradora y amante de la canción
italiana y napolitana. Y de Kaufmann, también.
Siempre he dicho que Jonas en italiano me cuesta, y me cuesta mucho. Y aquí
rubrica mi pensamiento y opinión. El alemán, con su voz oscura, no consigue
encontrar el estilo que requiere este tipo de repertorio. Le falta la luz del
sol mediterráneo, le falta dulzura, le falta sentimiento y calidez. Y temperamento
latino. Allí donde brilla el mar no luce pues su voz…
En alguna pieza se empeña en hacer uso de la media voz, pero nunca se sitúa
ni se centra. Por ejemplo en un “Parla più piano” de la película “El padrino”
podría haber puesto sobre la mesa toda una paleta de recursos, de estilo, de
medias voces, de matiz… pero…hay muchos peros, muchas cosas a pulir y muchas
otras a mejorar para rozar, y digo rozar, el estilo que demanda la música
italiana.
Me da la sensación, pero, que el disco está cocido con fuego rápido en
lugar de a fuego lento, con mimo, y con cariño. El repertorio no acaba de estar
del todo equilibrado, y quizás las piezas menos conocidas se escapan de la inspirada
música italiana que todos tenemos en la cabeza. Es como si hubieran puesto
miles de canciones en una caja y, al azar, hubieran extraído, nada más y nada
menos que 18, no todas acertadas en mi opinión, y venga… a grabar y a
promocionar, que esto dará dinero.
Y sí, lo dará, pero ¿a costa de qué?... Eso el tiempo, lo dirá.
Y una y otra vez, Kaufmann lo intenta. O procura intentarlo. Pero a cada
pieza que pasa, a cada obstáculo que sortea, le salen otros que le van poniendo
en un sitio equivocado en el cual el tenor alemán no tiene cabida por mucho que
se empeñe. Quizás en las piezas más conocidas y ya escuchadas como un “Non ti
scordar di me…” o un “Core ´ngrato”… bueno… la cosa toma otra dimensión. No
puedo decir que esté mal cantado, porque no lo está, Kaufmann llega y brilla en
sus notas altas, no tanto, curiosamente, en las más graves, pero aún así el
binomio Kaufmann-napolitana, no me encaja. Como el agua y el aceite. Una
lástima. Decepciona. Mucho. Y más cuando una tiene unas expectativas tan y tan
altas.
Neutras con cuenta-gotas…
Si algo espera una cuando escucha canción napolitana es el uso y abuso, a
veces, de la vocal neutra que aquí en “Dolce vita” asoma discretamente. Solo en
“Passione” Kaufmann hace reiterada gala de ellas. Se notan trabajadas y se agradece el detalle,
pero en el resto, brillan por su ausencia.
Sin embargo sí que debo loar la exquisita dicción en italiano, incluso en
las piezas que no conocía, porque es realmente sensacional. Una no pierde
palabra con Kaufmann, y lo único reprochable de ello es que no ha corregido ese
uso y abuso de la erre que sigue sonando espantosamente fuerte y germánica y que,
endurece el discurso en lugar de suavizarlo y ponerlo a tono y a compás de lo
que está cantando. Un estilo que requiere de más sutileza y menos rigidez. No
está cómodo y esto acaba haciéndose patente.
T´amo, sei tu il mio grande amore, la vita del mio cuore, sei solo tu…
Y estas palabras no van referidas a Kaufmann. Todas ellas, bellas y
sentidas emanan de mi corazón, cada día, a cada instante de mi vida, porque mi
gran amor, la vida de mi corazón, está en el cielo.
Con él descubrí dos de las canciones que el bávaro interpreta en este disco
y que, lo reconozco, me hicieron llorar. Pero no por la interpretación, no por
el estilo, no por el matiz, sino por lo que para nosotros significa. ¿Verdad?
Desde el cielo, mi abuelo asiente diciendo que sí. Lo siento. Lo veo. Lo noto.
“Ti voglio tanto bene” quizás, remembranzas aparte, es para mí la mejor
pieza del disco. Sin embargo, quedé bien decepcionada y chascada con su “Parlami
d´amore, Mariù”, por los arreglos, por la forma de cantarlo, con un compás a
veces que parece de vals, por la manera de marcar la palabra “tutta” y por
falta de tacto y calidez.
Kaufmann jamás me convecerá haciendo esto.
¿Pero… es Kaufmann de verdad?
De la última pieza del disco… “Il libro dell´amore” completamente de más, y
porque sabemos que es el quien canta, pero está irreconocible.
No Kaufmann, no… esto realmente no es lo tuyo. Un título sugerente “Dolce
Vita” que al escucharlo me viene en mente Marcello Mastroiani y Anita Ekberg en
su escena del baño en la Fontana de Trevi.
Y dices… sí, la cosa puede tener gancho comercial. Y lo tiene. Y lo tendrá,
claro que sí porque Kaufmann lo vale, pero, quedará como mera anécdota, espero,
en su carrera. Mejor escucharlo en Lied, o en ópera francesa o en cancioncillas
alemanas de cabaret. Ahí está su lugar. Y que las italianas, las mediterráneas,
se las deje a Alagna, hombre.
Comentarios
Zapatero a tus zapatos !
Completament d´acord amb tu!!!!