Luz en la oscuridad : “Nit de clàssics” a Valls (03/03/2016)
Aunque lleguen mis
impresiones con un poco de retraso, no quiero dejar pasar la oportunidad para hacer
mención del acontecimiento musical que tuvo lugar el pasado día 3 de marzo en
el Teatre Principal de Valls dentro del marco “Nit de clàssics” que organiza “Amics
de la Música de Valls” y “Joventuts Musicals de l´Alt Camp”. El resultado, pues
un variado e interesante concierto que reunía a 3 fantásticas, a la par que
interesantes voces, acompañadas todas ellas, por la no menos excelencia de la
pianista Anna Crexells.
La soprano Miki Mori, la mezzo Laura Vila y el tenor Carles Cosías fueron los encargados de
poner a flor de piel los sentimientos de los presentes en la sala. El
repertorio, equilibrado pero difícil, y quizás mal distribuido en cuanto al
orden de las actuaciones vocales se refiere, pues en repetidas ocasiones, a lo
largo de las dos partes del espectáculo, los cantantes intervenían en dos
piezas seguidas (en el caso de Laura Vila, hasta tres) sin darles lugar a un
breve descanso entre las dos interpretaciones. Este hecho pero, no mermó en
absoluto la calidad de y queda como mera anécdota.
La nota triste,
aunque no discordante, fue que desafortunadamente que la soprano japonesa Miki Mori cantaba afectada por una
laringitis aguda, y ello, le pasó un poco de factura sobretodo en la primera
parte del concierto, a mi parecer mucho más exigente que la segunda. A pesar de
ello, debo decir que a medida que avanzó la noche, fue creciendo de menos a más,
alcanzando buenas cotas de interpretación.
Imponente y segura la
voz de la mezzo Laura Vila tanto en
sus intervenciones en solitario como acompañada. Dicción excelente -que se
agradece y mucho- gusto y matiz, color interesante y notas más que suficientes
fueron sus mejores bazas, y también, en mi opinión, fue luciendo más y más
conforme el concierto iba alcanzando temperatura.
¿Y qué puedo decir de
la que ha sido considerada como la mejor voz masculina del año según la
Asociación de Amigos de la Lírica? ¿Qué puedo decir de la voz de Carles Cosías de la que tantas veces he
hablado ya en este lugar, insistiendo una y otra vez de que ya es hora de que
se le reconozca más su mérito y se le den más oportunidades de las que se le
ofrecen actualmente?
Sin duda hacer esto
me supondría entrar ahora en un bucle de repeticiones y confeccionar una lista,
larga y repleta de elogios que de corrido sabemos – y saben- todos aquellos que
conozcan la voz de este tenor. Por este motivo, iré haciendo eco de ellas desgranándolas
a medida que vaya comentando mis impresiones sobre una noche de finales de
invierno, oscura como tocaba, que sin embargo estuvo llena de luz. De aquella
misma luz, cegadora y cálida, de la que gozamos en un brillante mediodía en
plena primavera. Pura magia lo ocurrido aquella noche en Valls.
Cuestión de imagen
Aunque el separador
se preste a ello, no voy a hablar ahora del vestuario de los intérpretes, no,
no se trata de ello aunque el título, un tanto sugerente, confunda. El sendero
que voy a emprender es otro bien diferente.
Los que me conocen, y
que me conocen bien no se extrañan ya, a estas alturas, cuando les hablo de las
imágenes que me sugieren la música o las voces. La asociación me es tan fácil y
tan espontánea como lo es para otra persona -que no haya perdido los principios
básicos de la educación y de la cortesía- decir un “Buenos días” por la mañana.
Por ello, y también por
la imagen, quiero empezar a hablar de la primera pieza del concierto, el dueto “Parigi, o cara” de “La traviata” de
Verdi que interpretaron MIKI MORI y CARLES COSÍAS.
Empezaron el dúo
justo en las frases previas de Violeta, que rezan así mismo: “Alfredo!
Ah, tu il vedesti? ei vien! l'affretta” para dar pie a la entrada de Alfredo con su “O mia Violeta”. Y aquí, se produjo, para mí, un momento mágico. La entrada de Cosías fue como la de un haz de luz que entra poderosamente a través de una ventana, con arrebatadora fuerza y se posa entera iluminando una habitación. Esta es la imagen (aunque sea difícil de ver) que vino a mi mente cuando escuché su voz irrumpir en la sala. Una voz limpia, clara, fácil, bella y radiante, llena de cálido matiz, y mordiendo maravillosamente cada una de las palabras que pronunciaba. Sé que es muy difícil explicar o transmitir el efecto que produce una voz al escucharla porque, entre otras cosas, no todos la recibimos y percibimos de la misma forma. Pero, no obstante, yo lo sentía así y aquí queda dicho.
Ah, tu il vedesti? ei vien! l'affretta” para dar pie a la entrada de Alfredo con su “O mia Violeta”. Y aquí, se produjo, para mí, un momento mágico. La entrada de Cosías fue como la de un haz de luz que entra poderosamente a través de una ventana, con arrebatadora fuerza y se posa entera iluminando una habitación. Esta es la imagen (aunque sea difícil de ver) que vino a mi mente cuando escuché su voz irrumpir en la sala. Una voz limpia, clara, fácil, bella y radiante, llena de cálido matiz, y mordiendo maravillosamente cada una de las palabras que pronunciaba. Sé que es muy difícil explicar o transmitir el efecto que produce una voz al escucharla porque, entre otras cosas, no todos la recibimos y percibimos de la misma forma. Pero, no obstante, yo lo sentía así y aquí queda dicho.
La soprano japonesa
que no estaba en la mejor de sus condiciones cumplió con su cometido arropada
siempre por la generosidad de un compañero como Cosías siempre respetuoso.
Quizás en algún
momento del dueto el tempo fue demasiado rápido aunque esto no empaña, para
nada, la interpretación conjunta.
Compromiso de nuevo
para MIKI MORI que, después de “La
Traviata”, tuvo que enfrentarse al exigente “Vals
de Musetta” de “La bohème” de Puccini de la que sin embargo, supo sortear
con técnica y sabiduría sus múltiples dificultades.
Para su primera
intervención de la noche, la mezzo LAURA
VILA escogió la comprometida aria “Per
questa fiamma indomita” de “Anna Bolena” de Donizetti, repleta de
exigencias y agilidades y en las que ya dejó traslucir sus facultades y
recursos.
Después, junto a Miki
Mori, de nuevo, se pusieron en la piel de Agalgisa y Norma, respectivamente, en
el bellísimo dueto de la “Norma” de Bellini: “Mira o Norma”, el cual encierra por un lado una melodía flotante y
volátil, serena, que fluye y funciona y acaricia bien el oído del espectador,
pero, por otro lado, requiere también de una exigencia extrema del dominio de
la coloratura en su parte final “Si finno
all´ore estreme” y que puso a prueba las agilidades
de ambas intérpretes, que salvaron con mucha más que absoluta corrección.
Y llego de nuevo el
turno de CARLES COSÍAS con una – si
se me permite- magistral y emotiva interpretación de un “Lamento de Federico” de la que el tenor ha hecho ya uno de sus
caballos de batalla. Aquellas palabras tan bien lanzadas y pronunciadas, sus
pianos, sus matices, sus dinámicas y esa intención y belleza le hicieron valeroso
de los primeros bravos de la noche. Y la forma en cómo hace llorar la voz en su
“Mi fai tanto male” –efecto que me
encanta- explicando la pena del protagonista… no tiene desperdicio. Algún día
tendré que preguntarle cómo lo hace…
La primera parte se
cerró con un difícil terceto del “Nabucco” verdiano, con la intervención de los
tres protagonistas que no dejó para nada, indiferente a nadie, en una pieza que
acostumbra a ser poco programada en los conciertos.
Y lo mejor… en la segunda parte
“Belle nuit, o nuit
d´amour”, la famosa Barcarola de “Los cuentos de Hoffmann” dio inicio a una
espectacular segunda parte. Por acertado repertorio, por interpretación y por
superación de los intérpretes que venían de una primera exigente y que para
nada había sido en ningún momento fácil.
Este dueto, en las
voces de MIKI MORI y de LAURA VILA inundó de belleza y de
sutilidad la sala, constituyendo uno de los momentos más brillantes y emotivos de
la noche.
La música en las
manos, y nunca mejor dicho, de la pianista ANNA
CREXELLS dio un breve descanso a los intérpretes. Crexells acompaña a los cantantes
desde la discreción que le corresponde al acompañante, valga la redundancia, pero
siempre con matiz y atenta a las voces. Exquisita fue su única intervención en
solitario de “A la mémoire de Maurice
Ravel” musicada por Ricard Viñes.
Y retornaba al
escenario de nuevo la voz de CARLES
COSÍAS para interpretar el “Bella
enamorada” de “El último romántico” de Soutullo y Vert. De nuevo nos
encontramos cara a cara con el genial fraseo y bella voz del tenor. Si tuviera
que tildar su intervención con dos adjetivos – aunque pondría muchos más- estos
dos serían luz y facilidad.
Cosías nos deleita en
esta ocasión con una sentida y luminosa versión de esta romanza que tanto
adoro, haciéndola un tanto diferente de otras que ya le había escuchado sin
perder por ello un ápice a la hora de imprimir en ella su personalidad, a la
que siempre es fiel. Sus pianos, sus matices y sus notas altas, impolutas.
Además pone al servicio de nuestros oídos, la belleza tímbrica, con la cual
cuenta ya de origen en su haber, y suaviza a la par un ideal e impecable fraseo.
Una interpretación de manual. Un auténtico lujo.
Seguidamente, sin
abandonar la zarzuela, LAURA VILA ofreció una fantástica interpretación de la romanza
de Rosa de “Los claveles” de José Serrano, “Qué
te importa que no venga”, quizás una de sus mejores interpretaciones de la
noche, y a la que supo dar el matiz y sentido justo con un fraseo equilibrado y
exquisito.
Y otra vez,
intervención de la mezzo junto a la soprano Miki Mori en la famosa habanera “Todas las mañanitas” de “Don Gil de
Alcalá” cada vez más presente en los conciertos y de forma absolutamente justa,
pues la belleza del fragmento, lo demanda.
Inmersos ya
plenamente en el mundo de la zarzuela, llegó uno de los fragmentos más
esperados de la noche. Al menos para mí ya que venía de la mano de una obra por
la cual, tengo especial predilección, “La dolorosa” del maestro Serrano.
Esta zarzuela está
llena de sentimientos latentes pero desgraciadamente interiorizados en los
corazones de los personajes quizás por cuestiones de guion ya que alguien que
está recluido en un convento tiene que mesurar y pensar bien qué clase de
interpretación y enfoque le dará al personaje.
El dueto entre sus
protagonistas, Dolores a quien daba vida la mezzo LAURA VILA y el hermano Rafael, al que ponía voz CARLES COSÍAS era un plato fuerte con
una interpretación, creo, muy acertada, quizás más en la balanza del tenor.
Cosías opta por dejar
traslucir la serenidad y la calma, el apaciguamiento que requiere el santo
lugar donde se encuentra, por voluntad propia, recluido, cual si fuera el Des
Grieux massenetiano cuando afronta su “Ah
fuyez douce image”. Su voz vuelve de nuevo a imprimir belleza sin caer en
el error de presentar un fraseo dramático, del que sin embargo otras voces de
tenor han hecho a veces gala, y que también funciona. Creo que capta bien la
psicología del personaje, sabiendo transmitir a Dolores confianza y también la
protección que precisa la mujer. Y sale airoso y victorioso en el cometido.
¿Cómo se puede serenar a alguien que necesita encontrar la serenidad en un
camino lleno de obstáculos? Pues simplemente con voz suave que sugiera
confianza, equilibrio y calma. Y esto Cosías, lo captó a la percepción y su
opción, válida al extremo, me gustó y lo disfruté, a la vez que me hizo pensar en esta particular
interpretación.
Paralelamente, todo
el aplomo del tenor, se reflejó también en la interpretación de Laura Vila que
también escogió la misma línea que Cosías, pero que – en mi opinión- su
personaje no está en la misma situación que el del hermano Rafael. A Dolores le
ha golpeado duramente la vida, sufre y tiene un gran pesar, además de un hijo
pequeño con el cual no sabe dónde ir a caer muerta, que diríamos de forma
coloquial. Por eso creo que en su “Maldito
el cobarde que manchó mi frente y hiere y miente, si le recuerdan su delito”
debería haber imprimido un poco más de carácter. Pero, simplemente se trata de
una opinión a nivel personal que no oscurece ni invalida para nada la versión
que ambos nos ofrecieron.
Con especial placer
escuchamos de nuevo a la soprano japonesa cantar una pieza de zarzuela y además
en un perfecto y limpio catalán. MIKI
MORI me sorprendió con su romanza “En
el Vallespir” de la “Cançó d´amor i de guerra” del maestro Martinez Valls,
para después, seguidamente al lado de CARLES
COSÍAS cantar el bello dueto de “Per tu Francina meva”, de la misma obra.
Las voces se
fundieron bien, con fraseos, ambos, extraordinarios y de nuevo la luminosa voz
de Cosías hacía las delicias del público.
Inevitable colofón
Sorpresa la mía al
escuchar los primeros compases de uno de los duetos más famosos de la opereta,
sino el más famoso, que es el de “Lippen schweigen” de “La viuda alegre” de
Lèhar, pues era la primera vez que oía a este tenor cantar en alemán. Y al
final de todo, y como no podía ser de otra manera, la noche concluyó con el
inevitable, pero bello y siempre agradecido, brindis de “La traviata” de Verdi,
pieza que el publicó palmeó discretamente.
Una gran noche que
combinó la belleza, el buen gusto, el fraseo noble y bien matizado. Una noche
de superaciones y de sorteo de dificultades y con creces. Una noche llena de
luz en la que todo brilló amablemente. Una noche para disfrutar. Una noche en
la que disfruté. Y mucho.
El programa hacía
mención de que se tendrá la oportunidad de escuchar pronto la exquisitez de la
soprano japonesa Miki Mori en la
“Madame Butterfly”, y que Laura Vila
ya había deleitado al público de Valls en numerosas ocasiones. Pero la misma publicación rezaba que Carles Cosías era la primera vez que
cantaba en este ciclo de “Nits de clàssics”, pero, visto lo visto y escuchado
lo escuchado, estoy segura que la colaboración va a ser algo mucho más que
puntual. Y sinceramente, así deseo que sea para el público del Teatre Principal
de Valls.
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