De Galanteos y galanteando en Madrid
Este sábado 10 de octubre, se inauguraba la temporada 2015-2016 del
madrileño Teatro de la Zarzuela con una de aquellas rarezas de nuestra genial música
española que ha quedado, por más de siglo y medio, olvidada en algún más que
apolillado cajón de este Teatro.
“Galanteos en Venecia” fue estrenada el 24 de diciembre de 1853 en el
Teatro Circo de Madrid y ha sido recuperada y desempolvada ahora en un tiempo
en que la inspirada música de Barbieri está en pleno auge. Recordemos que en la
temporada pasada, el Teatro de la Zarzuela repuso la producción de “Los
Diamantes de la Corona”, y ahora, se ha dado la gran oportunidad de que el
público conozca las bellas e inspiradas melodías de la música de este gran
maestro y que han desfilado por el escenario a lo largo de casi tres horas.
PACO MIR, su director de escena, concibe y presenta la obra como si estuviera tratándose del rodaje de una película, lo cual permite hacer gala entre el “directo” y la “ficción” con un extraordinario y bien mesurado juego de luces que ambienta, de forma sensacional, la noche azul y oscura iluminada por la luz de la luna en el primer acto; los brillantes y resplandecientes salones del segundo y el brumosa y tenebrosa madrugada del tercero.
Y todo ello sin romper un ápice la esencia de la obra que fluye con
continuidad a pesar de los cortes técnicos y necesarios para que el público no
olvide que forma parte de un rodaje. Para ello, Mir se apoyada en las
intervenciones del simpático PEPÍN TRE
al lado de la serena y muy metida en su papel de regidora, MARIBEL LARA, que entretienen al público con su parte cómica.
La obra tuvo una gran acogida la noche del sábado y al inicio del tercer
acto, al aparecer la corpórea silueta de un bajel en el escenario, unos
espontáneos aplausos irrumpieron en la sala matando el silencio que imperaba gracias
a la música introductoria del mismo, efectivamente ejecutada por el maestro CRISTÓBAL SOLER.
Gran detalle de Paco Mir en la ronda de aplausos del sábado (el domingo no salió a saludar) que no se dejó a nadie por nombrar y dar agradecimiento al trabajo efectuado en equipo: vestuario, iluminación, ayudante de dirección, todos los que los ojos del espectador no ven y que están detrás del escenario… Rasgo de profesionalidad que me gustó y esperaba se repitiese en la función de ayer, aunque no fue así.
Vestuario de lujo, decorados más que efectivos, reaprovechados, girados en muchas ocasiones, pero que simulaban lo que tenían que aparentar, los canales y casas venecianas y su noche seductora con la luz de la luna como centinela cómplice de intrigas y pasiones, de conquistas y de raptos, de confusiones y de enredos, de amor y de rondas.
La desconocida música de Barbieri
Teniendo en cuenta que una vez estrenada se representó durante unos 20 años
y después cayó en el olvido, “Galanteos en Venecia” brilla por sí misma,
combinando entre sus melodías acentos claramente italianos en los lirismos del
tenor, y también de clara influencia española como en las arias coreadas del
personaje de Don Juan. Delicadas son las arias de Laura y realmente la obra
gira entorno a la Condesa Grimani, pues es ella, con sus intervenciones la que
permite adentrarnos en el enredo de la historia, primero con el dueto con Don
Juan, a pie del canal en plena noche, y consecuentemente en el arrebatador
terceto y gran final del segundo acto.
Por tanto, bellas son las intervenciones individuales, así como también las
escenas de conjunto, desafiantes, frescas y divertidas.
Esperemos que con esta recuperación, “Galanteos en Venecia” no vuelva a quedar olvidada y pueda presentarse este gran espectáculo con cierta continuidad, además, el misterio y el encanto de una ciudad como es Venecia, arrastra a cualquiera al Teatro invitando a ir a visitar sus canales a quienes no conocen esta hechizante ciudad.
Burbujeante la ejecución de CRISTOBAL
SOLER que brilla con pulso al igual que la ejecución coral, de gran nivel,
y que secunda y respira con los cantantes y logra, sobretodo en las
introducciones, recrear el misterio que envuelve la noche veneciana, sus
canales, y sus brisas.
Cuadre de voces y de personajes
Si hay algo que sorprende gratamente en esta obra es que los cantantes que
encarnan a los distintos personajes están más que clavados física y psicológicamente
con sus personajes: la delicadez y belleza de Laura que le viene como anillo al
dedo a la sutil SONIA DE MUNCK, el
carácter abrumador e imponente de la condesa Grimani encarnada por la
mezzosoprano CRISTINA FAUS, la
calidez y arrebato pasional y nobleza de CARLES
COSÍAS como Conde Grimani, la sobriedad y elegancia del conquistador Don
Juan en la voz de JOSÉ ANTONIO LÓPEZ, y
la comicidad y espontaneidad de JUAN
MANUEL PADRÓN como Pablo, y la gran presencia escénica de ANTONIO TORRES como Andrés, el
enamorado de Laura, y la siempre serenidad de FERNANDO LATORRE que interpretaba al ciego Marco, padre de Laura.
Por lo tanto, de entrada, el ingrediente principal para hacer creíble la
obra ya estaba de manifiesto. Solo faltaba que las voces respondieran a las
expectativas. Y sí, respondieron.
La soprano SONIA DE MUNCK se
puso en la piel de la dulce y afligida Laura. Con una voz de timbre bello y
bien proyectado, acometió sus arias con elegancia, soltura y estilo, hasta
hacer lograr enmudecer la sala en la función de estreno mientras entonaba,
subida en el barco, su gran aria final “La muerte anhelas dulce bien mío”, que
fue justa y gratamente aplaudida.
Mención especial merece para mí la actuación de la mezzosoprano CRISTINA FAUS con una voz rotunda, que
llega, que emociona. De timbre bello y dicción excelente mandaba en el
escenario tanto en sus intervenciones vocales, como habladas, especialmente inspirada
en su gran escena y dúo con Don Juan, y actuando siempre sin que su personaje
perdiera fuelle.
Dos tenores ha habido este fin de semana pisando las tablas de la Zarzuela,
y dos tenores con voces interesantes.
Quien prefiera un timbre bello, una dicción impoluta, una voz con dulzura y
gusto extremos, se inclina y se queda sin duda con la voz de CARLES COSÍAS. Sutilidad y pianos
cuidados en su romanza introductoria “Es mi bella veneciana…” corta, pero de
gran belleza.
Pero si se le prefiere en su vis arrebatadora y desafiante, con carácter
más heroico, sin lugar a dudas, una se enamora de su gran escena del final del
segundo acto, en su enfrentamiento con Don Juan y el resto del elenco y coro,
cual si fuera un Edgardo donizzetiano en su “Maledetto, maledetto sia l´istante…”.
Pero si además de su voz cantada, una se quiere reír con él, se le debe escuchar en sus diálogos con Pablo poniéndose al nivel del criado olvidando su amanerada aristocracia. Si en cambio lo que una busca son declaraciones sutiles de amor y sentimientos, no se tiene que perder su escena hablada del tercer acto con la Condesa Grimani y en cómo cambia el registro de su voz, más impetuosa y luego dulce casi suplicante.
Agudos bien asentados y proyectados, de volumen más que imperioso, su caracterización del personaje fue excelente, amén de su interpretación escénica, siempre actuando y expresando con la cara y la mirada.
Por otro lado, si lo que se busca es un tenor con un poco más de tintes
cómicos, de esos que se ganan al público ya en la primera escena, lo justo es
mencionar la interpretación de JUAN
MANUEL PADRÓN, que se recrea en el personaje de Pablo, el lazarillo de
Marco, el padre ciego de Laura. Simpático en su escena de “la borrachera” del
segundo acto, cantando y simulando estar completamente ebrio, es uno de los
personajes que, contribuyen, indiscutiblemente a dar continuidad al enredo
forjado por la Condesa, por Don Juan y por él mismo.
Grata, gratísima sorpresa fue para mí toparme con la espléndida y noble voz
del barítono JOSÉ ANTONIO LÓPEZ, que
daba vida al conquistador Don Juan. Un timbre dotado de belleza, volumen, y con
buena dicción. Impone con su instrumento y su presencia escénica, siendo uno de
los más aplaudidos durante la representación y en las rondas de aplausos. Un descubrimiento
a tener en cuenta y una voz a seguir.
Correctísimas intervenciones del resto del reparto, destacando la de ANTONIO TORRES como Andrés y la de FERNANDO LATORRE como Marco.
Sin lugar a dudas, una de las ofertas de esta temporada de Zarzuela que
nadie debería perderse, hay que ir y dejarse envolver por las maravillas que
ofrece esta obra de Barbieri. A Madrid, estos días, se va a galantear… y nunca
mejor dicho.
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