Incredibile, ma vero...
Grandes palabras parafraseadas de la ópera “Andrea Chenier” que así, y de
forma aislada no tienen un gran significado más allá del “Increíble, pero cierto”.
Pero… si se me permite utilizar una frase de una famosa canción de Joaquín
Sabina, la mezclo un poco con la suscrita anteriormente, abro la coctelera y
digo: “pongamos que hablo de… Plácido Domingo”, entonces, ¿a qué las palabras
citadas en el título de este post adquieren, sin lugar a dudas, otra dimensión?
Y es que hablando de Plácido Domingo no se puede sino que utilizar vocablos
como estos, aunque de este gran artista se ha escrito todo y más, y quizás con
mejores adjetivos, más grandes y acordes a su categoría que los que yo, ahora, pueda
utilizar.
Increíble, pero cierto.
Increíble, porque hace justo un año, el mundo de la ópera era víctima de
una gran conmoción a nivel mundial, pues justamente en esta fecha saltaba la noticia,
en todos los medios de comunicación, que el tenor Plácido Domingo estaba
ingresado en el hospital aquejado de una embolia pulmonar.
La enfermedad le sorprendió en Madrid. En “su Madrid” natal. En el Madrid
al que tanto quiere Plácido.
Casi de forma inmediata se inundaron las redes sociales como si de un
tsunami se tratara.
Por todas partes, en muchos perfiles, de personas amantes de la ópera, pero
también de otros ámbitos, aparecieron palabras de apoyo, de cariño, deseos de
pronta recuperación para el Maestro. Nunca jamás había sentido tan de cerca el
cariño que profesamos al artista. Mensajes y misivas de todas las partes del
mundo, en todos los idiomas, de oriente a occidente, de norte a sur, Facebook,
Twitter, etc… quedó colapsado.
Cierto. Hace un año de ello, y Domingo, lejos de pensar en tomarse las
cosas con más calma, sigue con su ritmo frenético de actuaciones. Sigue
emocionándonos con su trabajo. Este ir y venir, tan necesario en su vida como
el aire que respira, no hace sino que alimentar su alma, llenándola de energía
y vitalidad.
Que son 73 años y más de 50 en el escenario.
Lo de Domingo no tiene parangón en el mundo de la ópera. Nadie podrá ni
llegarle a la suela del zapato, por longevidad, por número de óperas
interpretadas y grabadas, por premios recibidos, y por lo más importante de
todo esto que no deja de ser algo material, porque nadie en el mundo de la
ópera puede sentirse tan querido como, espero se sienta, Plácido Domingo.
Nadie en este apasionante mundo relleno de partituras, de pentagramas, de
historias de amores y desamores, de músicas que conmueven a quienes la
escuchan, nadie como Plácido puede gozar, y en vida, del amor de sus
seguidores, de esa llama que alimenta y alienta el alma del artista.
Y Plácido Domingo tiene esto y mucho más.
Una gran voz. Un gran artista. Un grande en todo.
Me queda tan solo la ilusión de poder mantener, algún día, una buena charla con
él simplemente para preguntarle algo de lo que, sé perfectamente cuál sería su
respuesta, y, aunque, a regañadientes por mí parte, la respeto, aunque en esta
ocasión, no la comparta.
Dios le conserve la salud, Maestro.
Comentarios
Me ha encantado tu comentario... ¿descubrir su secreto dices? quizás él aún no lo haya hecho, pues imagina si pretendemos hacerlo nosotras.
Me siento al igual que tu afortunada de gozar del arte de Domingo y haber tenido la inmensa suerte de verle en vivo, algo que jamás soñé cuando, con 10 años, su voz entró en mi vida.
Larga vida a nuestro más querido tenor.