Sobre gustos no hay nada escrito

Así dice nuestro querido refranero. Y cuánta razón tiene…

Leía hace unos días un interesante artículo firmado por Francisco Javier Bernales que encontré enlazado en la web de Marion Tung y en el cual hacía un interesante análisis de las voces de tenor, a tenor, valga la redundancia de los tenores y el fenómeno Jonas Kaufmann, el cual me permito reproducir aquí a la vez que lo enlazo a la página en que lo encontré.

También me voy a permitir dar mí opinión acerca de las afirmaciones que su autor pone de manifiesto, con alguna de las cuales estoy de acuerdo, otras no tanto, y algunas con las cuales discrepo totalmente.

Ello no quiere decir, o al menos es lo que me gustaría que quedara claro, que las palabras que yo vierta aquí tengan la verdad absoluta, sino que simplemente son opiniones personales, motivadas precisamente por el gusto o por otra forma de pensar. Y, haciendo uso de nuevo de nuestro refranero ya se sabe que “para gustos, los colores”.

Los grandes tenores y el fenómeno Jonas Kaufmann

 

En los últimos años, nos acostumbramos a pensar y creer que los mejores tenores del mundo eran la trilogía Pavarotti-Carreras-Domingo.

La verdad es que el marketing hace mucho y hasta hoy, la sola venida a Chile de Plácido Domingo causó locura y aglomeraciones por verlo actuar.

Curiosamente, cuando los medios y la gente se preguntaba cuál de los tres tenores es mejor, generalmente Pavarotti ganaba.

Sin embargo, en círculos de entendidos operáticos, el que ganaba era Carreras, puesto que a pesar de que su carrera fue corta y su voz no duró mucho, fue el más intenso, el más perfecto en la interpretación de roles.

Pavarotti, por su parte, aportaba con su bella voz, pero aparte de un puñado de roles en los cuales su creación era perfecta, el resto de los que interpretaba, no eran acabados y sólo destacaba por su bellísima voz.

Carreras en cambio fue un actor innato, poseedor de la más bella voz al inicio de su carrera y por falta de inteligencia y prudencia, la estropeó abordando roles que no le correspondían.

El caso de Plácido Domingo es distinto. Nunca tuvo una bella voz al nivel de los otros dos. Sin embargo, es el más inteligente, el que abordó muy correctamente una infinidad de roles –y lo sigue haciendo ahora como barítono- con una entrega muy pareja.

No podríamos decir de Domingo que destacó especialmente en un rol, puesto que cantó de todo y todo lo hizo bien, salvo ahora como barítono que resulta lamentable, ya que su inteligencia no le alcanzó para retirarse en gloria y majestad y lo vemos tratando de aferrarse a los escenarios dando un mediocre espectáculo, lejos de lo que en su gloria logró.

En la época en que brillaban los tres tenores, existía un cuarto tenor que no andaba en giras ni hacía espectáculos mezclados de ópera y música popular, era Alfredo Kraus, español, poseedor de la voz y la escuela más perfecta hasta entonces. Su inteligencia era superior y sólo abordó roles que le permitieron cantar en perfectas condiciones su difícil repertorio de tenor lírico hasta el dia de su muerte en 1999.

Si juntamos a los tres tenores, probablemente recién hagamos el peso a Kraus, muy superior a los tres por su maravillosa escuela que le permitió cantar en perfectas condiciones durante 50 años, por su entrega sobre los escenarios y su musicalidad a toda prueba.

Sin embargo, si Ud. le preguntaba al público masivo por Alfredo Kraus, pues nadie lo conocía, así es el marketing.

Si todo lo anterior lo dejó un poco perdido, pues ahora viene lo mejor, si juntamos a los tres tenores y a Alfredo Kraus, recién le podremos hacer el peso a la maravilla que actualmente brilla en el mundo de la ópera, Jonas Kaufmann, un alemán flaco y desgarbado que cuando se sube al escenario se transforma en el mejor tenor de las últimas décadas. Su voz es obscura y tiene tintes de nuestra gloria nacional Ramón Vinay. Sin embargo, aún no se atreve a cantar Otello, lo que demuestra su inteligencia infinita, puesto que está dispuesto además a cuidar su voz y no estropearla como Carreras. Curiosamente aún se mantiene cantando roles hechos para tenores más livianos, lo que hace que su voz no se destroce y por otro lado le agrega a sus roles esa morbidez y virilidad poco usual que ocasiona un timbre oscuro en un rol de tenor más liviano.

Como actor es por lejos el mejor que hayamos visto en la historia de la ópera visual. Cada rol que aborda es una nueva creación que echa por tierra todo lo que antes habíamos visto, además de bajar del trono a nuestros ídolos en determinados papeles.

El colmo ocurrió con la ópera Werther de Massenet, cetro indicutido de Alfredo Kraus, quien por más de 30 años fue el rey y re-creador del rol. Sin embargo, Kaufmann, en una función lo destronó. Quienes pudieron ver su Werther, no pudieron dejar de soltar algunas lágrimas.

Afortunadamente Kaufmann anda por los 40 años y le queda cuerda para rato, su repertorio es bastante amplio y va desde roles líricos, Mozart, Verdi y llega hasta Wagner y lo más increíble es que todo lo ha hecho con una perfección inigualable.

Sin duda que estamos ante el gran tenor del presente y del futuro, un verdadero re-creador del rol, algo así como fue la Callas en su época. Ella re-creó cada nuevo rol que abordó. Kaufmann es lo mismo, es un fenómeno poco usual, un gran artista que trae aires nuevos a la ópera y del cual seguiremos oyendo por muchos años más y que para desgracia de muchos, ha derribado los mitos de aquellos grandes cantantes de los últimos 60 años que hasta ahora eran los dioses arriba del pedestal

 

Empiezo por el principio y en el mismo orden que el autor sigue.

Luciano Pavarotti


 
 
Uno de los más grandes tenores italianos que ha dado la historia de la ópera. Poseedor de una voz bellísima y de una potencia insultante para el resto de mortales.
El gran Luciano fue uno de los integrantes del fenómeno “Tres Tenores”, pero recordemos que antes de unirse con los otros dos tenores españoles, Pavarotti era conocido a diestro y siniestro por todo el mundo.
Una gran campaña de marketing avaló y acabó de realzar, a mediados y finales de los 80, de una forma incisiva, una voz que llevaba muchos años de carrera.
La edición del “Tutto Pavarotti” por cuenta de su casa discográfica, la DECCA, acrecentó las arcas de la compañía y el bolsillo del italiano.
De aspecto sencillo, cordial, y siempre con su carismático pañuelo blanco en la mano, que abandonaría a finales de los años 90, Pavarotti y sus agentes supieron aprovechar el filón de la publicidad, convirtiéndole en uno de los más grandes. Tal fue el eco de este disco en el mercado que había gente que creía que su verdadero nombre era “Tutto” y no Luciano.
Pero sería injusto atribuir todos sus méritos a una simple operación de publicidad, porque Pavarotti poseía una voz de timbre bellísimo, que se identificaba nada más emitir las primeras notas. Con él y con sus interpretaciones siempre estaba uno tranquilo, sabías que siempre llegaba y llegaba bien, sin sufrir. Una garganta realmente privilegiada.
¿Supo Pavarotti escoger bien sus personajes?
Aquí ya se entra en el terreno movedizo de los gustos. Sus “fans” más fervientes responderían al unísono que sí (respuesta común aplicable a todas aquellas gentes que sienten especial predilección por un determinado intérprete, claro está).
Es difícil delimitarlo, pero sí hay algo que siempre he pensado de las interpretaciones de Pavarotti, sin quitarle méritos porque no sería justo cuando nos estamos refiriendo a una voz como la suya, es que nunca, y fuera con el rol que fuera, jamás logró aproximarse a la psicología del personaje.
Pavarotti siempre era Pavarotti y siempre sonaba a Pavarotti. Su Rodolfo de “La bohème” siempre era Pavarotti o su Radamés, o su Turiddu, o su Nemorino o tantos otros. Nunca supe ver en ellos a Radamés conductor de las tropas egipcias, o al visceral Turiddu o al inocente tontrrón de Nemorino.
Y no me estoy refiriendo, obviamente a nivel escénico, puesto que por todos es conocida la limitación de movimiento del cantante de Módena, sino a nivel expresivo.
Es cierto que lo “cortés no quita o valiente”, pero en mí opinión, que busco en la ópera infinidad de matices expresivos acorde con la personalidad del personaje interpretado, y que además esta expresividad va variando en función de la edad de su intérprete, nunca lo obtuve con él.
Pero es de justicia que me quite el sombrero ante semejante artista.

 

José Carreras



 
El más joven del trío. Dotado también de una voz bellísima y un exquisito gusto en cualquier estilo que haya abordado. Y para comprobar esto no es necesario rescatar alguna grabación operística de sus primeros años de carrera, basta con el simple hecho de escuchar una sencilla canción napolitana para darse cuenta de ello.
¿Cuándo empezó realmente el barcelonés a ser conocido?
Pues desgraciadamente, y a pesar de llevar bastantes años sobre los escenarios, Carreras pasó a ser famoso de la noche a la mañana cuando le diagnosticaron una leucemia a mediados de los años 80.
La enfermedad no hizo sino que acelerar el ocaso de una carrera, poco inteligente, que hacía años que ya acariciaba el declive vocal.
Un declive que vino al afrontar un repertorio no adecuado para su vocalidad, “Andrea Chénier”, “Radamés” o “Don Carlo” fueron algunos de sus verdugos, pero si alguien fue el impulsor de la caída, casi en picado de Carreras fue, en mí humilde opinión, Herbert Von Karajan, con el cual abordó alguno de los anteriores roles (recordemos el “Don Carlo” de Salzburg).
Mal consejero para el bello material que el joven Carreras poseía. Y ello, junto con la leucemia, y el inexorable paso de los años, dejaron a Carreras en el más flojo, vocalmente, de los Tres Tenores.
¿Era más bella la voz de Carreras que la de Pavarotti? Debemos recurrir otra vez al gusto personal de cada oyente. De lo que no hay duda es que, al igual que la de Pavarotti, la de Carreras fue también una de las más bonitas voces que ha dado España.

 

Plácido Domingo




Tenor, director de orquesta, padre de Operalia -uno de los más prestigiosos concursos internacionales de ópera- asesor artístico de teatros, y ahora, también, flirtea con el repertorio de barítono. Un artista con un curriculum de auténtico vértigo que llega hasta los 140 personajes y con unos números que jamás van a ser superados en el mundo de la ópera. La lista se ampliará en breve cuando debute en el Covent Garden con “Nabucco” y en el MET de Nueva York con el Giorgio Germont de “La Traviata”, ambas de Verdi y ambas tendrán cita durante el curso del mes de marzo.
Muy amado. Pero también muy criticado por su manera de hacer, por tocar una infinidad de teclas, pero todas bien tocadas. Gustará más o gustará menos, pero de lo que no hay duda es que el madrileño forma parte, desde hace ya muchos años, de la leyenda de la ópera.
Plácido Domingo ha sido un verdadero fenómeno musical y su insaciable curiosidad y gran capacidad de trabajo, hacen que, con 71 años siga aún en los escenarios y reclamado por los grandes coliseos operísticos. Algo sin parangón en el mundo de la ópera.
Pero como todo genio ha tenido – y sigue teniendo- muchos detractores, nunca voy a comprender por qué, entramos de nuevo claro está, en los gustos, pero si hay algo por lo cual no puedo pasar ni admitir es que se diga que su voz no es bella. Estoy absolutamente en desacuerdo con esta afirmación. Y para tener una muestra de ello, escuchen cualquier bolero que hay cantado, no es necesario recurrir a ningún personaje operístico suyo, observen la dicción, el fraseo, la expresión, y dejénse cautivar por la belleza única de su timbre. Este es un punto indiscutible.
Plácido goza, aún a su edad, de un timbre precioso, rico en centros donde la voz adquiere un color chocolate inigualable. Artista sensible y expresivo hasta lo insospechable ha sabido ganar la batalla a los años, y si bien, con el tiempo, la voz ha perdido aquella flexibilidad de los años 70, 80 y 90, la expresión continúa estando allí. Ésta unida a una excelente dicción en cualquier idioma que hay cantado hacen de él un caso único, irrepetible e incopiable en la ópera.
Dicen los expertos en la materia que Domingo lo ha abordado todo, pasando por todos o casi todos los estilos: tango, canción ranchera, boleros, copla, opereta, pop, ópera barroca, clásica, romántica, verista y contemporánea, y todo lo ha hecho bien.
 
En mí sincera opinión, algunos roles o estilos más que otros, pero la inteligencia y la sensibilidad del cantante le ha llevado a afrontar papeles, en primera instancia inadecuados a su vocalidad, cuyos resultados han sido gratamente extraordinarios.
 
Así pues puedo pensar en su “Werther”, en su “Elisir d´amore” o en su “Romeo y Julieta” o tantas otras, y basta tan solo tener ganas de hacer el experimento para gozar de tres grandísimas interpretaciones del madrileño, porque él se lleva la ópera a su terreno, juega sus cartas, aplica sus recursos, y el resultado siempre es óptimo.
Yo me he emocionado muchas veces escuchando su Romeo o su Werther, quizás un tanto alejados del estilo propiamente romántico, pero el poderío y la belleza de su voz, y el dominio del personaje es tal que estas nimiedades acabas dejándolas de lado para poder disfrutar de ese gran don que tiene: una bellísima voz y una expresividad innata que no se adquiere a base de experiencia, sino que se nace con ella.
 
Si comparamos a Plácido Domingo con Pavarotti o José Carreras, en el escenario, Domingo les gana por goleada, porque de los tres es el mejor actor. Además siempre le ha acompañado una buena presencia escénica (aunque hay tenido sus más y sus menos con la báscula).
 
Siempre habrá gente que no encuentre bella su voz. Pues una verdadera lástima para ese colectivo que se priva de gozar de las maravillosas grabaciones que nos lega.

 

 
Alfredo Kraus

 
 
 
 
Injustamente el gran tenor por muchos olvidado. El canario fue siempre un artista inteligente, cuya longeva carrera avaló este adjetivo.
 
Triste y prematuramente fallecido víctima de un cáncer, Kraus escogió un camino diferente al de los Tres Tenores, amaba la ópera dentro del teatro y así la defendía, aunque en alguna ocasión también se le vio cantar en espacios abiertos y multitudinarios.
 
La publicidad no fue una de sus prioridades y por ello no era demasiado conocido por la gran masa que se acerca a la ópera, pero sin embargo era y continúa siendo una de las voces más queridas y añoradas.
 
De una técnica perfecta y sin mácula, mucho más que la de los Tres Tenores juntos, y dotado, como decía de gran inteligencia, el maestro canario paseó su voz por todos los escenarios más importantes y siempre con los mismos personajes. Si tuvo ofertas tentadoras para abordar roles inadecuados tuvo la suficiente frialdad y cabeza para rechazarlas en pro de su salud vocal, y el resultado fue el que todos sabemos.
 
Se le acusaba de ser un cantante frío interpretando. Frío para quienes no conocían o amaban o comprendían su manera de cantar, pero lo cierto es que fue un tenor de expresión infinitiva con el cual o conectabas de entrada o era muy difícil hacerlo a posteriori.
El timbre de su voz, quizás la parte más discutible de su vocalidad, pues no poseía gran belleza pero si que gozaba de una perfecta dicción -en todos los idiomas, sobretodo en francés- y una sensible expresión acallaban y suplían, sin lugar a dudas, este punto de inflexión.
 
Al igual que Domingo, fue un tenor muy querido fervientemente por sus más radicales admiradores, pero a la vez muy criticado, por esas ideas tan conservadoras acerca de la ópera, las cuales mantuvo y defendió hasta el día de su muerte.
 
Encuestas y popularidad
¿Que si a pie de calle se hubiera preguntado a la gente por el nombre de un tenor hubiera ganado Pavarotti? Pues probablemente daría la razón al Sr. Francisco Javier Bernales, no me cabe la menor duda.
 
Si la pregunta se hubiera hecho en Italia, pues tampoco me sorprendería. Pero lo realmente grave del asunto es que si esa misma cuestión se hubiera formulado en España y el ganador hubiera sido el italiano, me parecería preocupante.
 
¿Quién era el mejor de todos?
 
¿El que era más popular? ¿El que tenía una mejor campaña de marketing? Si era así, ¿dónde queda el artista, en qué plano queda la voz y el talento?. En los teatros, me imagino.
 
¿Realmente es adecuado el calificativo de “el mejor”? Siempre tenemos tendencia a etiquetar, pero de este escrito creo que puede desprenderse que el mejor no existe, va a gustos personales, todos tienen virtudes y todos defectos, por lo tanto lo mejor es gozar de toda esta variedad de voces que la naturaleza nos ha brindado.

 

Jonas Kaufmann

 
 
 
 
El tenor bávaro es, actualmente, el más emergente tenor en el mundo de la ópera, aunque de todas maneras, y a pesar de que el artículo no lo cite, me gustaría, porque es de justicia, nombrar también al tenor francés Roberto Alagna, que aventaja al alemán en unos cuantos años de edad y de carrera. Ambos pues, hoy en día, y con el permiso aún a estas alturas de Don Plácido, son los que cortan y reparten el pastel operísticamente hablando.
 
Intentar comparar a Kaufmann con 4 gigantes de la ópera me parece bastante osado, pero si que es cierto que tiene características comunes con todos ellos, que hacen de Kaufmann un artista interesante que despierta pasiones allí donde va y contribuye a dar continuidad a la cuerda de tenor, de tenores buenos, que en los tiempos que corren, la escasez de ellos es realmente abundante.
 
Kaufmann es un cantante inteligente, lo ha demostrado. Hace muchos años que canta, pero su nombre se ha conocido como aquel que dice de forma reciente. Es un artista que ha se ha formado en teatros alemanes y concretamente fue en Zürich donde el cantante fue adquiriendo experiencia y estrenando roles que a día de hoy pasea con absoluto descaro por los más grandes teatros.
 
Su voz, en la primera escucha, no es atractiva al oído, es más, choca escuchar un tenor con unas notas tan oscuras en el centro, pero sus brillantes e incisivos agudos descentran al oyente que se acerca a él por primera vez. ¿Es barítono? ¿Es tenor? ¿Qué es exactamente?
 
Kaufmann es un tenor de una voz con timbre oscuro, pero dotada de flexibilidad y de contención cuando el personaje lo requiere, por ello, se permite el lujo de apianar la voz casi hasta lo inaudible para regresar de nuevo a toda potencia. Sin duda el efecto es atronador.
 
Otra de sus bazas principales es la expresividad, en cualquiera de los idiomas que cante, especialmente, a mi gusto, mucho mejor en francés que en italiano, basta con ver su genial “Werther” grabado durante enero de 2010 para darse cuenta de ello y además es un buen actor, sensible al gesto y a la palabra.
 
Que nos encontramos ante un gran tenor, no me cabe la menor duda. Estamos ante el prototipo del tenor moderno que viste de “sport” y que ha enterrado el traje y la corbata. Los tiempos han cambiado, las modas han cambiado, los divos (palabra que no me gusta en absoluto) se han humanizado.
 
Sólo espero que tenga la suficiente inteligencia para digerir la fama para mantenerse en este mundo, que no es fácil. Y hasta ahora, inteligencia no le ha faltado.
 
 
 
 
 
 

Comentarios

Tosca ha dicho que…
Sobre gustos no hay nada escrito???? Afortunadamente, al contrario! Jejeje….

Miles y miles de páginas generando debate, argumentando conclusiones “definitivas” , intentando atrapar en una etiqueta todo aquello que sugiere una voz, su capacidad de interpretar, su magia en el decir, su capacidad de sentir y de transmitir… todo para llegar a una única conclusión: la voz humana, al servicio de la música, siempre nos agita sentimientos, para bien o para mal, nos conmueva o nos enfurezca, nos haga vibrar hasta la médula de emoción o nos proporcione, simplemente, una belleza formal.

¿El mejor? El autor, lo tiene claro : Kaufmann! Y hace todo un “estudio” encaminado a demostrarlo. Me parece exagerado.
Teresa Roca ha dicho que…
Y a mí también, y más cuando aún se está consolidando en el mundo de la ópera. Facultades, tiene y muchas, y sabes que a mí me encanta, pero de aquí a ser el mejor de los cuatro otros que cita, por ahí no.
josep ha dicho que…
Estimada Brunilda, estic d'acord amb el que exposes, però penso que en la llista de mediàtics hi falten un parell de noms cabdals en els darrers anys. D'una banda J.D.Flòrez que tot i tenir un repertori més limitat es un autèntic fenomen de masses. L'altre, R.Villazón, que tot i no estar en la forma de fa uns anys, continua arrossegant grans quantitats de seguidors/res.
Peró com molt be dius : "sobre gustos no hi ha res escrit".
Una abraçada
Teresa Roca ha dicho que…
Benvolgut Josep,

El cert és que em vaig limitar a comentar els que l´autor de l´article que transcric comenta i no se´m va passar pel cap afegir-hi més noms, a part del Roberto Alagna, que és un dels meus preferits.

Gràcies per visitar de nou el meu raconet, aprecio molt cada un dels teus comentaris.

Una abraçada,

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