El "Werther" de Don Rolando en el Covent Garden
Londres, Covent Garden, Werther, Rolando Villazón, Sophie Koch, Antonio Pappano, Benoît Jaquot... una combinación perfecta de ingredientes que aseguraban, de entrada un éxito y una muy buena tarde operística.
Como no podía ser de otra manera, en la fecha en que se
celebraba el día internacional de la ópera, yo estaba ni más ni menos que en
Londres, dispuesta a disfrutar de mí primera tarde en el Covent Garden.
Quería que todo saliera perfecto. Era mucha la ilusión que ponía en esa función que tanto significa para mí y de una producción que conozco a la perfección dada su difusión por la televisión y más recientemente en DVD en unas representaciones que tuvieron lugar el año pasado en la Bastilla de París.
En Londres, la batuta del maestro Plasson, quien dirigió en
París, era sustituida por la de Antonio Pappano, mientras que el tenor muniqués
Jonas Kaufmann era reemplazado por su colega mexicano, Rolando Villazón.
Repetía la Charlotte de Sophie Koch y el Bailly de Alain Vernhes.
En una situación como ésta, y después de haber visto hasta
la saciedad la producción de la Bastilla, me era muy difícil llegar al Covent
Garden y olvidarme completamente de la actuación de Kaufmann. Además, Rolando
Villazón “calca” los movimientos del alemán y, en mí caso, eso era un aliciente
más que me hacían pensar en Kaufmann y entrar en el juego de las comparaciones.
Sí, las comparaciones son odiosas, pero es inevitable
hacerlas. Pero esa situación dura solo unos minutos, quizás los iniciales,
porque luego te dejas llevar por el fuego y la pasión que Rolando le pone al
personaje, del cual hablaré más tarde.
A las tres en punto, haciendo gala de la puntualidad
británica, el maestro PAPPANO se
ponía enfrente de la orquesta de la R.O.H y empezaban a sonar los primeros
compases de la obra.
Era la primera vez que escuchaba “Werther” en directo. Una
obra que en estos momentos es muy importante para mí, ya que me ha hecho
descubrir una música que siempre había estado a mí lado pero que, por motivos
que desconozco, he tardado en disfrutar plenamente y de captar todos los
matices y maravillas que encierra esta ópera.
Massenet apunta ya en ella unos tímidos “leimotiven”, hilos
conductores de la obra que más tarde desarrollaría Wagner, con una gran
dimensión, en sus obras.
Pappano capta a la perfección la obra massenetiana. Deja
brillar a la orquesta, y acompaña sigilosamente a los cantantes. Y aprieta con volumen
donde puede apretar convirtiéndose en un perfecto aliado de los cantantes.
Gran Charlotte la de SOPHIE
KOCH, la cual ya tenía presente de la grabación de París con Kaufmann. Si
bien allí ya deja entrever toda su fuerza y dulzura en este personaje,
escucharla en directo es realmente impresionante. La Sra. Koch tiene un volumen
muy considerable aunque por televisión, no me daba esa sensación al lado del
vozarrón de Kaufmann, aún así, nunca se vio ahogada por la voz del alemán.
Sin lugar a dudas, Sophie Koch es una de las grandes intérpretes,
actualmente en este papel, personaje que ya le ha hecho cosechar más de un éxito
a nivel internacional, como el obtenido recientemente en Madrid.
Su Charlotte es impenetrable. Deja sufrir a Werther y su
rostro ni se inmuta. Su canto al lado de Werther es gélido, a pesar que arde de
amor por él, y su voz sabe encontrar ese equilibrio que la hace impenetrable a
los ojos de Werther. Ninguna nota traiciona su sentido del deber, nunca se deja
llevar por la pasión que siente por Werther,
hasta el último acto, cuando le declara su amor.
Grande su escena de la lectura de las cartas. Estremecedora
en su personaje, dando una expresividad sumamente
superior a la ofrecida en París, aunque debo decir que la televisión a veces
engaña y hace inapreciables esos pequeños detalles que se captan tan bien en el
teatro y no en el sofá de casa.
Brava Sophie Koch, una gran dama dentro y fuera del
escenario.
Pero lo más interesante de esta función era ver a ROLANDO VILLAZÓN en su regreso al
coliseo londinense, con un papel que psicológicamente está a años luz del
temperamento del cual hace gala el mexicano en todo momento.
Werther es un personaje sufrido y torturado que solo
lloriquea ante Charlotte. Introvertido y profundamente infeliz por propia voluntad.
Ama con desenfreno, y es correspondido, pero la consumación de ese amor es
imposible. Es consciente de ello, pero aún así no claudica.
Las leyes del romanticismo y del equilibrio, el deber y el
sacrificio se imponen una y otra vez, y
el destino, inexorable, separa a los dos enamorados.
El Werther de Rolando es pasional, la sangre hierve en sus
venas. Sus movimientos iniciales son puramente (y esforzadamente) románticos,
comedidos, pensados con razón y no con el corazón.
A medida que avanza la obra, sobretodo en el segundo acto,
su canto se torna ardiente y apasionado, tiene que luchar contra el personaje
intimista, que le pesa, para abrir su canto al amante deseoso y debocado que
contiene una pasión enfermiza por aquella mujer.
La voluptuosidad de su canto mata al héroe romántico y
aparece un Werther rayando el verismo: su canto respira totalmente pasión por
los cuatro costados.
Su Werther rodea a Charlotte con sus brazos, se abalanza
sobre ella en un impulso incontrolable, y le roba un beso ya en el segundo
acto. Y en el tercero se lanza literalmente sobre Charlotte en la más pura
decalración de una pasión que tiene que controlar. Y sufre... sufre
desesperadamente y eso lo plasma en un canto que le induce casi al llanto, al
desespero.
Resbaló Rolando en el tercer acto y rodó por el suelo en una
escena que quedó al natural. “Rien” – dice Werther (y Rolando, también, que no se hizo daño grácias a Dios). Charlotte
se ha escondido y Werther clama a la naturaleza que ya puede abrirse su tumba.
Está dispuesto a morir de amor, resignado, apareciendo de nuevo el personaje
romántico que, de un tiro, se suicida por amor.
Su suicidio es plano, no da la sensación de angústia ni de éxtasis
en ese momento supremo y que otros cantantes logran en esta escena, a mí
parecer.
Respecto a la voz, decir que, ya lo noté en el concierto de
Barcelona hace un mes, más o menos, la voz de Rolando ha perdido brillo pero no
ha perdido las notas que continúan estando allí.
Pasado un perqueñísimo desjuste en su entrada, bordó el
personaje dando como siempre más del 100% en el escenario inundando a todos sus
colegas con su enería y alegría.
El Rolando de ahora canta más mesurado, no tan desbocado
como años ha, más concentrado y su visión más “verista” del personaje la cual
no me desagrada en absoluto la borda, pues no me imaginaría a alguien como
Rolando Villazón haciendo un Werther puramente romántico, mesurado.
Sin duda, no. Rolando necesita expresar toda su pasión con
el canto, con el gesto, con su cuerpo y plasma lo que podríamos llamar un “anti-Werther”,
opuesto al original que marca el personaje dotándolo de personalidad propia, de
una personalidad latina alejándose de la frialdad romántica y alemana del role.
Sin duda un gran “Werther” el de Rolando. Su voz bella y
bien timbrada (símbolo de identidad del mexicano) inundó la sala del Covent
Garden.
Mí primer Covent Garden.
ERI NAKAMURA y AUDUN
IVERSEN cumplieron correctamente en sus respectivos papeles de Sophie y
Albert, sin destacar.
Colapsada la salida de artistas, llena de gente aguardando
la salida del tenor. Tres cuartos de hora tardó Rolando en salir y para todos
tuvo un gesto amable, una sonrisa, un momento.
La generosidad de la persona es aún superior a la grandeza
del artista.
Grácias Rolando.
Comentarios
¡¡¡GRANDE!!!
Bienvenida María Angélica. Grácias por asomarte a este rinconcito dedicado a la ópera. Me alegro que te haya gustado la crónica. Un abrazo.