Plácido Domingo cumple 80 años
Plácido Domingo tenía 49 años cuando salió a cantar bajo el manto de estrellas del cielo romano y ante el tímido estío que empezaba a apuntar ya maneras en la capital italiana. Pisaba fuerte el escenario, con seguridad, desafiando con su voz a un público heredero de batallas ganadas y de territorios conquistados, de disciplina y de orden. De un público cuyos antepasados se habían hecho amos y señores del mundo entero a base de ejércitos, corrupción, poder, estrategias, oro y comercio. Roma sin duda nos ha dejado un legado poderoso en política, en Derecho, en arte, en escultura, en arquitectura, en literatura y en religión. Y de nuevo, Roma, la ciudad eterna, nos dejó en 1990 el más grande regalo que haría girar por completo al mundo de la ópera y a sus aficionados habidos y por haber.
Aquella
noche, en su primera aparición, Plácido emitió las primeras notas del “Oh
Paradis” de “L´Africaine” de Meyerbeer, y las Termas Romanas de Caralla
vibraron con la onda expansiva de su voz, lo suficientemente poderosa como para
derrumbar el recinto, una voz en plenitud cual río con el caudal desbordado y
que, finalmente llega al mar en calma.
Aunque
ya hacía décadas que Plácido Domingo se había hecho un nombre en el mundo de la
ópera fui consciente de él por primera vez en ese concierto que marcó el pistoletazo
de salida de mi afición a la ópera. Sin embargo, su nombre, el nombre de
Plácido Domingo no me era desconocido en absoluto. Mi primer contacto inconsciente
con él fue ni más ni menos que a los dos años, y quién había de decirme a esa
tierna edad que ese nombre, ese artista, esa voz sería la que me acompañaría de
por vida y la que estaría a mi lado en los momentos más felices, pero también en
aquellos más tristes.
Plácido
Domingo entró a formar parte de mi vida de lleno.
49
años tenía en aquel momento y el paso del tiempo, el peor de los enemigos entre
los humanos y contra el cuál se lucha, pero al que nunca se le ganan disputas,
hace que hoy estemos aquí celebrando los 80 años del Maestro. Los 80 años de la
mejor y más bella voz de tenor que ha dado la historia de la ópera.
Plácido
Domingo ha cantado, y ha cantado mucho. Ha cantado de todo, desde una ranchera
hasta Wagner, flirteando entre medio con boleros y canciones latinoamericanas. Se
ha enamorado del crossover y también de los tangos, y ha frecuentado la
zarzuela, la opereta y el musical y, todo ello sin desatender su compromiso con
la ópera.
Sin
duda alguna estamos delante de un titán, de una fuerza sobrehumana de la
naturaleza que ha resistido en el mundo de la ópera durante más de 50 años,
algo realmente prodigioso e increíble y tan infrecuente en el mundo de la
música. Ha sobrellevado críticas, vendavales, terremotos y tsunamis. Ha
recogido las mieles del éxito y ha probado la hiel de las críticas, pero, si de
algo puede regocijarse el gran Plácido Domingo es de tener un público fiel que
le adora, que le admira, que le apoya, y que sobre todo le respeta y le quiere
de manera incondicional y sin reservas.
Se
ha dicho que quizás haya hecho un pacto con el diablo. Puede…No lo sé. Pero lo
cierto es que me inclino más a pensar que de artistas como Plácido Domingo no
hay y que simplemente no hay porque como dijo en su momento Birgit Nilsson,
otra grande entre las grandes, “Dios tuvo un día inspirado cuando creó a
Plácido Domingo”. Y aquí, añado de mi propia cosecha, que ese día, el 21 de enero
de 1941, se rompió el molde. No habría nunca otro igual. Y los años, nos dan a
ambas la razón.
Hoy
celebramos sus 80 años. El mundo de la ópera celebra en pleno los 80 años de
Plácido Domingo. Nada más y nada menos que 80.
Pronto
se dicen… 80 y en activo, porque las ganas y la ilusión de Domingo continúan estando
allí y mientras estén, y la salud le respete, nosotros sus admiradores continuaremos
gozando de su arte, de su saber cantar, de su bella voz, y esto – permitidme-
no se paga ni con todo el dinero del mundo.
Si
nos damos un paseo por su agenda, atención, tiene programadas actuaciones hasta
2022, pero antes se dejará ver, si las condiciones sanitarias lo permiten, en
Viena, en Rusia, en París, en Alemania, en Italia, en Suiza….y no continuo
porque el viaje es vertiginoso. Pero añado también que en España le echamos de
menos. Y sobre todo, en Barcelona le echamos aún mucho más de menos.
Volviendo
a su calendario, me pregunto que, a su edad, quién si no Plácido Domingo podría
realizar tal hazaña… La repuesta es tan sencilla como decir que nadie. Algo así
solo está al alcance de sus manos porque no es un simple tenor, no es un simple
artista, simplemente es Plácido Domingo, el más grande entre los grandes sin
lugar a dudas.
Amado
por muchos y discutido por otros, lo que no se puede negar es que el nombre de
Plácido Domingo va a perdurar a lo largo de los años y de la historia, por los
siglos de los siglos, porque el legado que nos deja lo hacen imperecedero y lo
hará siempre actual. Su nombre no se reducirá nunca a polvo porque se ha cimentado
con esfuerzo, con trabajo, con talento y con inteligencia, al igual que los
imponentes monumentos romanos o, anteriormente a ellos las colosales pirámides
egipcias que aún siguen en pie. Lo grande, lo bien construido siempre dura. Y
lo bueno, también.
Muchas
serán las felicitaciones que reciba en el día de hoy, a todas ellas, uno la
mía. Felices 80, Maestro! O como le gustaría más a Plácido, felices 4 veces 20.
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