Su Chénier, “trovò la poesia”...






Por fin pude escuchar, con más de un mes de desfase el debut del tenor ROBERTO ALAGNA en el papel de Chénier, en un marco incomparable como lo es la ROH Covent Garden de  Londres.

No sé a qué día corresponde la grabación, a qué función en concreto de las 6 representaciones que interpretó, pero lo cierto es que Roberto Alagna está increíblemente soberbio en ella.

Es una lástima que BBC solo haya retransmitido el audio. La puesta en escena de la ROH, firmada por DAVID McVICKAR y estrenada hace unos años es clásica aunque salpicada de modernidad dándole un aire antiguo, pero fresco a la vez. El apoyo visual en este caso hubiera significado el disfrute de ver a sus protagonistas, pero, cuando el nivel es tan alto, como en la citada función, la necesidad de la imagen, lógicamente, pasa a un segundo plano y bien discrecional.

La orquesta de la ROH con DANIEL OREN al frente ofrece lo mejor de sí misma en una actuación que se puede calificar de irresistible. Buen tempo, en algún que otro pasaje un tanto lento quizás por alguna imposición vocal, pero los matices en cada uno de los actos fueron extraordinarios. Dinámica y bella es cómo sonó en esta ocasión.





Reparto

“Andréa Chénier” es una gran ópera, la más importante que salió de la pluma de Umberto Giordano. Si bien “Fedora” es otra de su lista y de las que perviven hoy en día en los escenarios, es la primera la que abarrota teatros y arrastra al público hacia ellos. Una ópera verista que tiene de todo: amor, sufrimiento, poesía, desesperación y triunfo. Y además,  por propia connotación de la acción que se desarrolla, patriotismo y muerte.

“Andréa Chénier” además, requiere de un trío protagonista de campanillas, y creo, que en esta ocasión, se cumple tal cometido.

Dejaré mis comentarios acerca de Roberto Alagna para el final, precisamente porque requieren, por mi parte, una especial atención.





La Maddalena de SONDRA RADVANOVSKY es sencillamente exquisita. Quizás no sea un timbre de lo más bello o uniforme en todos los registros, pero lo que canta, lo canta muy bien. Con matiz, con sentimiento, con fuerza y con sentido. Cabe escuchar su “Mamma morta”, pausada, bien fraseada y con una línea de canto excelente que hace que se te ponga la carne de gallina.

Su volumen, más que suficiente, quizás y con todo el sentido positivo, exageradamente suficiente, aunque ni aún así, ahogó la voz de Robertíssimo en sus dos grandes momentos conjuntos “Ora soave” en el segundo acto y “Vicino a te” en el cuarto.

Su voz unida a la de Alagna, hicieron las delicias de los afortunados espectadores que pudieron gozar de ella en directo. Pero también a aquellos que, como yo, percibimos todo esto a través de las ondas.



DIMITRI PLATANIAS, barítono griego al que no tenía el placer de haber escuchado antes, me sorprendió favorablemente. Poseedor de un instrumento amplio y bien dotado exhibió sus dotes vocales en un “Nemico della patria” bien cantado, fraseado y, consecuentemente, muy aplaudido por el público londinense. En su canto hay atisbos de pasión, de fuerza y de mediano dramatismo. Una voz interesante que vino, junto a las otras dos, a completar un reparto de ensueño para una gran ópera como es “Andrea Chénier”.







Roberto Alagna, un verdadero poeta

Sin duda una de los mayores atractivos de estas funciones de la ópera de Giordano era el debut del tenor francés ROBERTO ALAGNA en este role y en un teatro como la ROH.

Si de entrada puede parecer que Chénier no sea un papel para una voz como la de Alagna, el francés ha ensanchado su voz a lo largo, ya, de una dilatada carrera como tenor, abordando roles más “spinto” que “líricos” en los últimos cinco o seis años. Este ensanchamiento le permite ahora tomarse la licencia de ponerse las vestiduras del poeta revolucionario francés.

Alagna propone, y realmente consigue crear un Chénier extraordinario relleno de matices, de legatos, de gusto, de sentimiento y de sensibilidad. Un Chénier que brilla con luz propia ya desde su minuto uno, construyendo su propio personaje y sin caer – inteligentemente- en el error de imitar a predecesores suyos, entre otras cosas, porque no lo necesita ya que Alagna tiene, indiscutiblemente, carta de presentación propia.

No necesita exagerar frases veristas, porque no es su estilo. Él lo sabe y no lo hace. No necesita hacer de su fraseo el fraseo de otros, precisamente porque el suyo está dotado de una gran personalidad propia. Con ello, acerca el personaje a su contexto, pero el Chénier de Alagna nunca olvida que sigue siendo siempre un poeta. En todos los actos y en todas sus intervenciones.

Bien es cierto que para el “Si, fui soldato” se echa un tanto de menos una liviana agresividad o desprecio en las palabras y las verdades que escupe al tribunal que le juzga en un país inmerso en plena revolución.

Sin embargo, su “Improvviso” es sereno y efectivo. Noble. Para nada desquiciado. Sin una palabra más alta que la otra. Arrebatador su “Credo a una possanza arcana”, con una voz que fluye a la perfección en el escenario y con un gran dominio de la palabra cantada.

Una vez más sale el poeta, un poeta con inspirada poesía, tal y como deben ser los poetas. Como muestra, su “Come un bel dì di maggio” comedido y sentido. Contenido pero a la vez exultante.

Encuentra también su especial línea de canto en el dueto “Ora soave” con Maddalena, con un tempo justo y ensoñador, lo mismo que en el “finale” del cuarto acto, con un “Vicino a te” que roza el delirio y con un estado vocal aún fresco y sano a pesar de todo lo que ha cantado durante la ópera, y que no es poco ni especialmente fácil.

Y todo ello lo hace, y quiero resaltar este punto encarecidamente, con una voz bellisima, de principio a fin y como siempre nos tiene acostumbrados este gran tenor. Una voz llena de luz, de brillo. Una voz mediterránea y cálida.

Roberto Alagna es sin lugar a dudas, y por mérito propio y más que merecido, el último gran tenor de su generación.



Y ahora…¿qué?

Pues para aquellos que creen o piensan que Alagna no puede con estos papeles, pero que a pesar de ello, insiste y persiste en cantar, yo les recomendaría que escucharan este Chénier. “Su” Chénier. Que lo hagan con cariño. Que disfruten de su voz y de su interpretación, porque es absolutamente excepcional. Y estoy segura que encontrarán su qué en su canto, en su personaje. En su voz. En su bella y extraordinaria voz.



 

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