El somriure de Montserrat Caballé
Mucha emoción la que se
vivió ayer en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Anoche se rendía un
sentido homenaje a la figura de la tristemente desaparecida MONTSERRAT CABALLÉ. Un acto hilvanado
con inteligencia y sazonado con profundo amor. Con el amor de aquellos que
conocieron y amaron, y aman, a una de las voces de soprano más bellas y
conmovedoras que haya dado el mundo de la ópera, por no decir, que la mejor.
Conducido y dirigido
artísticamente por LLUIS PASQUAL
quien no cayó en la trampa de hacer de una celebración un melodrama, la reunión
de ayer entre amigos resultó ser un rotundo éxito, sencillo y sentimental, en
el cual la protagonista absoluta fue quien tenía que ser. Y nadie más que ella.
Montserrat Caballé hubiera
cumplido precisamente ayer 86 años, y qué mejor fecha para hacerle un regalo como
el que recibió ayer. Su familia, marido, hijos y nietos que estaban entre el
público, y también del resto de personas anónimas que llenaba la preciosa sala
del Liceu se reunieron para gozar del último momento con ella.
De un fondo celeste y
brillante, como si del cielo bajara para estar entre nosotros por el intervalo
de las dos horas que duró el homenaje, Montserrat Caballé nos dio nada más
llegar sus buenas noches. Un efecto realmente mágico y conmovedor que llenó el
teatro de luz, de paz, de humor y de sentimiento. De lágrimas. Montserrat estaba
allí con todos nosotros, de nuevo.
Acertada también la
proyección de fotografías en la pantalla de vídeo. Fotos fijas de aquella
mujer, de aquella artista que con la belleza y calidez de su voz nos regaló
tardes y noches de gloria en el Liceu. Allí estaba su imponente figura, su
majestuosidad y su franca sonrisa como centinela aguardando todo el elenco de
artistas que quisieron compartir con ella esas dos horas.
A lo largo de este intervalo
de tiempo fueron muchas y muy variopintas las voces que pusieron su granito de
arena y rindieron su particular tributo a la gran Montserrat, pero sin duda,
las más emotivas fueron las de sus compañeros de su propia generación: un
emocionado Josep Carreras, un sentido Joan Pons y un sentimental Jaume Aragall.
Qué grandes todos, y qué mayores, pero, aún mayores, si, conservan aquella
forma de cantar tan serena, tan bonita, tan especial. Aquella forma que solo
los más grandes saben cómo sacar encima del escenario.
Desfile
de voces
Un emocionado JOSEP CARRERAS, y como no hubiera
podido ser de otra manera, abría el concierto con la preciosa “Dicitencello
Vuie”, una preciosa napolitana, una especie de himno al amor y a la veneración
que encajaba perfectamente con lo que en aquellos momentos debía estar
sintiendo este otro gran artista. Un Carreras conmovido y especialmente
emocionado. Serio, elegante y con porte mayestático. ¡Cuántas noches
compartieron estas dos grandes, grandísimas voces!
Siguieron las voces de la
soprano BEGOÑA ALBERDI y el tenor CARLES COSÍAS con el dueto “Un dì
felice, etérea” de “La traviata” de Verdi. Sin duda, Cosías, y lo he dicho en
más de una ocasión, y así de nuevo lo reitero, es una de las voces de tenor más
bellas que tenemos y al que, por lo que sea, no se le dan las oportunidades
adecuadas para que su voz luzca en los grandes teatros, tal y como ayer lo hizo
en el Liceu. La voz conserva un rico timbre y color adecuado y una línea de
canto excepcional que supo fusionar muy bien con la de Begoña Alberdi. Solo un
matiz, y no musical. Siendo una noche de homenaje, una noche informal pero aún
así especial, Montserrat Caballé, por respeto, se merecía un cuello de camisa
abotonado y una corbata.
“Nulla! Silenzio” de “Il
tabarro” de Puccini fue la pieza que afrontó el barítono menorquín JOAN PONS, si bien se echó en falta
aquella voz tan amplia y profunda de antaño, no se puede negar que nos emocionó
con su canto.
Y entre actuación y
actuación, en la pantalla se iban proyectando fragmentos muy bien escogidos de
la vida y la carrera de Montserrat Caballé, e intercalando, además, las
intervenciones de aquellos que, por problemas de agenda no pudieron estar
físicamente en el teatro. Entre ellos, la gran TERESA BERGANZA que dijo que algún día se volverían a encontrar allí
dondequiera que estuvieran; PLÁCIDO
DOMINGO quien destacó el increíble y sensacional fiato de la soprano
catalana y sus risotadas sinceras y alentadoras, AINHOA ARTETA y también ROBERTO
ALAGNA. Todos ellos conmovieron con sus palabras.
Y seguía el concierto con el
contratenor ANTHONY HARUTIAN con “Lascia
chio pianga” de “Rinaldo” de Händel que dio paso a otro de los profundamente
emocionados ayer noche, el tenor JAUME
ARAGALL, quien escogió una apropiadísima pieza para homenajear una vez más
a Caballé: “Non ti scordar di me” (No te olvides de mi). Me sorprendió,
realmente me sorprendió su intervención. Recordemos que Jaume Aragall este
próximo 6 de junio cumple ni más ni menos que la friolera de 80 años, y, para
ser justa y ecuánime, comparando con las voces de su generación que ayer
llenaron el Gran Teatre del Liceu, su intervención fue la de más alto nivel.
Para cerrar una hipotética
primera parte, fue la recién debutante en nuestro teatro SAIOA HERNÁNDEZ quien nos hizo emocionar con su voz entonando “Ecco
l´orrido campo” de “Un ballo in maschera” de Verdi. Montserrat Caballé creyó en
su voz y fue una de sus mentoras junto a la sabadellenca Mirna Lacambra. Y
Saioa no podía faltar ayer en el Liceu para rendirle agradecimiento y devoción.
Casta
Diva
Sin duda la más de las
populares piezas indisolublemente ligadas a la figura de nuestra gran MONTSERRAT CABALLÉ. El teatro enmudeció
cuando empezaron a sonar las primeras notas ondeantes de esta pieza que
escribió Bellini para su “Norma”. La mítica representación de aquella “Norma”
en el teatro romano de Orange en 1974 inundó de magia el Liceu. La brisa
nocturna hacía flotar los velos del traje que Montserrat vestía al compás de
una voz que fluía hasta el cielo. De diva a diva. Una Montserrat majestuosa y
con una coloratura bella, emocionante. Con su precioso timbre y en un estado
vocal de gracia. ¿Quién no se rinde ante semejante arte? Es imposible no
emocionarse. Con la piel de gallina y completamente entregados ante tanta
grandeza.
“Mattino”, para mi, “Mattinatta”
de Leoncavallo fue la especial intervención de AL BANO que dio paso a uno de los más bellos dúo de la historia de
la ópera, “Il se fait tard, adieu” del “Faust” de Gonoud. Las voces, MARÍA GALLEGO y JOSEP BROS. Bros, otro de los grandes y dotado con una de las voces
más bellas que haya dado la lírica española. La voz conserva aún belleza y un
timbre rico y una acurada línea de canto. Sin duda una de las mejores
aportaciones de la noche.
Y sin dejar el repertorio
francés, JORDI GALÁN nos brindó un “Je
crois entedre encore” de "Los Pescadores de perlas” de Bizet al que siguó “Voce
di donna” de “La Gioconda” de Ponchielli en la voz de la mezzosoprano AGOSTINA SMIMMERO.
El broche final lo puso el
tenor PENE PATI, con la misma pieza
con la que ganó la edición de 2014 del concurso Montserrat Caballé, “Ah!
Lève-toi soleil” del “Romeo et Juliette” de Gounod.
Se sumaron también desde la
distancia para recordar a Montserrat el director de orquesta ZUBIN METHA, el director general del
MET de Nueva York PETER GELB, el
director de la ópera de San Francisco MATTHEW
SHILVOCK, JUAN DIEGO FLOREZ e inclusive la directora general del Teatro
Colón de Buenos Aires, MARÍA VICTORIA
ALCARAZ.
Tal
como vino, se fue
Y la gala llegó a su fin. El
último acto de respecto a la diva catalana por parte del público vino
acompañado con un minuto de silencio y con la gente de pie en todo el teatro.
Pero el último adiós lo puso, como no podía ser de otra manera, Montserrat. Con
una última nota. La estrella que hacía dos horas había descendido de nuevo al
teatro, se alejó, y la luz celeste y cegadora fue alejándose hasta recuperar el
lugar que, desde el pasado 6 de octubre ocupa en el oscuro firmamento lleno de
estrellas. Y jamás una metáfora fue mejor representada que ayer noche.
Con mis últimas palabras
reitero mis gracias a la voz, al arte, a la figura de Montserrat Caballé, una
gran dama en el escenario y una de las mejores intérpretes catalanas y
españolas que haya dado el mundo de la ópera quien afortunadamente, nos deja un
grandioso e inmenso legado musical. Gràcies, Montserrat.
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