El arte de escuchar. El arte de saber escribir
Roberto Herrscher, cronista musical argentino, nos propone en su libro “El
arte de escuchar” un viaje musical que se sustenta en tres pilares, los mismos
en los que se divide esta recopilación de reseñas y reportajes, escritas a lo
largo de dos décadas y publicadas en dominicales y revistas especializadas.
Herrscher empieza fuerte y apuesta en el primer apeo de esta ruta por los
personajes. En este primer bloque desfilan ante nuestros ojos personajes como Calixto Bieito. El capítulo es
interesante por su planteamiento más allá de la polémica que despierta el
director de escena en cuestión. Tres óperas diferentes: “Don Giovanni”, “Macbeth”
y “Un ballo in maschera”. Primero nos deleitamos y nos situamos en la escena
tal cual reza en el libreto, para pasar en un abrir y cerrar de ojos a la
propuesta de Bieito. El contraste y la diferencia es absolutamente abismal.
Emotivo el capítulo dedicado al apuntador del Liceu, nuestro querido Jaume Tribó, una de los personajes más
queridos del mundo de la ópera y uno de los que saben más, de ópera y de
historia del teatro al que está tan vinculado y al que tanto quiere, su (nuestro)
Gran Teatre de Liceu.
Se repasa también las facetas del director Lorin Maazel y de la familia Savall,
pero donde marca diferencia – y mucha- es cuando habla de su compatriota Astor Piazzolla. Lógico y comprensible.
Este capítulo adquiere una emotividad diferente, más personal, más visceral y
que, sin dejar de ser algo ya publicado, se erige en un alarde y demostración
de cariño a la patria, a sus gentes y a su música.
Lo que es incomprensible e inconcebible, sin embargo, es el capítulo dedicado
al tenor Plácido Domingo, con el que
empieza esta recopilación. En él se dedica a explicar las idas y venidas y los
entresijos de la gala homenaje que se hizo al gran artista madrileño en el
Teatro Real de Madrid cuando cumplió los 70 años. No explica nada que no
supiera ya, aunque siempre es un placer revivir y releer jornadas tan
especiales para este gran tenor y también para los que nos contamos entre sus
aficionados, pero, lo que es imperdonable es el baile de fechas de las que
adolece esta crónica. Erradas están las fechas de debut como Alfredo Germont en
Monterrey, también la de la primera actuación en Viena, así como sus primeras
andanzas en el Metropolitan de Nueva York (aquella famosa “Adriana Lecouvreur
al lado de la gran Renata Tebaldi), sus “Luisas” en Madrid, e incluso la fecha
de su boda. ¿Dónde queda el contraste de datos? ¿Dónde queda la profesionalidad
del cronista, del periodista?
Sorprendre. Y sorprendre mucho en épocas en que… en caso de dudas, solo
tenemos que acudir a internet y corroborar. Con un clic. Así de fácil.
El segundo pilar de este libro se cimienta en los viajes de Herrscher.
Barcelona, Bayreuth, Sevilla, Madrid, Cuenca…un largo recorrido por festivales
y templos operísticos, especiales para el autor, que si bien le permiten pisar
por los sitios más venerados del aficionado, poco aporta a la obra y al lector.
Solo genera aquella sana envidia del que quiere y no puede.
Y finalmente, el grueso postrero del libro se concentra en las experiencias
personales del propio cronista, vividas en solitario o al lado de su hijo, y al
igual que las anteriores, todas ellas ya publicadas anteriormente.
La obra recopilada por tanto, no innova, no motiva, no añade ningún toque
de originalidad para quien lo lee, aunque aporta conocimiento musical en géneros
que no están vinculados estrictamente a la ópera y que, de no haber sido recogidos
en la obra, hubiera seguido sin conocer. Y por ello, sólo por ello, es
interesante darle una lectura.
El libro concluye informando acerca de la actualidad de las vidas de los
personajes que Herrscher nos presenta, y lo hace dejando los artículos tal cual
escribió en su momento y los retoma, a todos ellos, hasta el 1 de noviembre de
2015.
Una obra amena para el amante del reportaje y de la escritura meramente
periodística que nutre al lector de las experiencias de las que se ha nutrido, previa
y personalmente, el propio autor.
Si hoy estoy escribiendo esto…
Dejando más allá lo más o menos interesante que puede resultar la lectura
de todas estas crónicas vestidas en forma de libro, lo cierto es que, como reza
este separador es – y valga la redundancia- que si hoy estoy escribiendo esto
es gracias a la generosidad de un buen amigo que un buen día decidió regalarme
este ejemplar.
Gracias al musicógrafo catalán Albert
Ferrer Flamarich, he conocido más de Jordi Savall, he revivido de nuevo el
incendio del Gran Teatre del Liceu, he conocido la realidad de un centro de
educación secundaria del Raval de Barcelona y he vuelto a recordar el triste
accidente de Germanwings.
Recomiendo leer a este joven licenciado en Historia del Arte por el dominio
de las palabras y conocimiento que imprime en sus crónicas, por su – a veces
acidez- y también por su mordacidad. Un estilo que cala y seduce, porque es
diferente y alejado de la típica crónica musical que todos tenemos en mente.
Savia joven. Savia nueva. Inteligencia y agudeza visten sus trabajos y a pesar
de su juventud entre los años 2004 y 2006 coordinó la publicación especializada
en zarzuela y ópera española “Sarsuela 2000 Zarzuela”, además de presentar
diferentes programas radiofónicos para emisoras locales, faceta con la que
ahora, también continúa.
En la actualidad podemos leerlo en las publicaciones de “Audio Clásica”, "Codalario", y también en el “Diari de
Sabadell”, nuestro periódico local con el que participa desde el año 2010 y que
nos permite a los sabadellenses de disfrutar de crónicas firmadas por alguien
que sabe de lo que está hablando y que lo explica bajo el ojo crítico de
alguien que es un perfecto conocedor de nuestra lengua (su catalán es exquisito
y provoca adicción) y del estilo y género sobre el cual escribe.
Talento de sobras que desperdician publicaciones especializadas o
periódicos de mucha más tirada en favor de crónicas más estándar, cuyos autores
se limitan a explicar por encima las funciones a las cuales asisten sin aportar
un ápice de interés o de curiosidad a quien lo está leyendo.
Para quien no conozca su trabajo, les invito a conocerlo. No se
arrepentirán. Es de los que escriben y hacen pensar. Pocos musicólogos lo
consiguen.
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