Diamantes sevillanos
Para aquellos a quienes les gusten los cuentos. Para los que gocen de buen
humor y para los que necesitan tener una pizca más de él… que debe sonreírse
siempre a la vida.
A quienes les guste los decorados, escena y vestuario clásicos.
A los que desean pasar dos horas y media acariciados por una sensacional
música, pero sobretodo, para los amantes de las buenas voces, “Los Diamantes de
la Corona” ha sido este fin de semana pasado, en Sevilla, una excelente opción
que ha aglutinado, todo esto y mucho más.
Una función realmente especial, y esperada con ganas, que viene a culminar
un año musical que empezó, en Lisboa, también con “Diamantes” y casi con el
mismo reparto.
En esta ocasión, el Teatro de la Maestranza de Sevilla reponía la
producción, ya conocida, de JOSÉ CARLOS
PLAZA que se estrenó en 2010 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid y que se
ha paseado, además de por este escenario madrileño, por Oviedo y Lisboa con
gran y rotundo éxito en ambas plazas.
¿El secreto de su éxito?
Pues creo que reside, evidentemente, en un trabajo de equipo sensacional
con un engranaje que funciona a la perfección, pues todas las piezas están en
su sitio, pero, quizás lo que convierte esta zarzuela, esta gran zarzuela, en
grande – valga la redundancia- es sin duda, su música extraordinaria y su
concepción artística, cuidada, con respeto y elegancia. Si a ello añadimos el
tratamiento de cuento con el que se narra la historia, el fantástico juego de
luces y ambientación, sus preciosistas decorados y un vestuario de fábula, “Los
Diamantes de la Corona” del maestro Barbieri se erige en una de las obras cabales
de toda nuestra producción zarzuelista.
Una obra que hay que cuidar y que hay que saber explotar y difundir en su
justa medida, pues es una música tan bella e inspirada que sería injusto
echarla de nuevo, por tantos años, en el olvido.
Ritmos sorprendentes
El maestro ÓLIVER DÍAZ optó en
su ejecución por un contraste, muy marcado, de ritmo y de forma constante,
durante toda la obra.
El coro inicial de los Monederos me sorprendió por ser más lento de lo
normal dado que no esperaba un comienzo semejante, sin embargo, el resto de la
obra fue de total equilibrio, alternado el lento con el ritmo “normal” en el
discurso de los cantantes, y en algún momento puntual también aprecié demasiada
rapidez en el estribillo en la romanza del primer acto de Catalina, pero que me
agradó.
Una propuesta diferente que se agradece y que renueva interpretaciones
anteriores y en la que el maestro Díaz respira en cada momento con los
cantantes, apuntando incluso la letra durante toda la obra.
Se añadió también un toque de frescura entre los intérpretes y el director,
interviniendo los cantantes, en alguna ocasión, con el maestro, en pequeñas incursiones
habladas que aportaron espontaneidad e hicieron reír al público, agradeciendo
esta buena comunión entre escenario y fosado orquestal.
Buen equilibrio con la REAL ORQUESTA
SINFÓNICA DE SEVILLA y buen papel el del CORO DE LA A.A. DEL TEATRO DE LA MAESTRANZA.
Lujo de voces
Repetían todas ellas respecto al reparto que ya disfruté en Lisboa, unas
voces que ya me son familiares y a las que en gran parte, pude volver a
disfrutar hace un par de meses en Madrid con otra obra desconocida de Barbieri,
“Galanteos en Venecia” de la cual también vale, y mucho la pena, difundir
porque es de música exquisita.
Como Catalina y Reina de Portugal, SONIA
DE MUNCK volvió a convencerme de nuevo con su interpretación.
Una voz de por sí bien timbrada y con una clara dicción, hecho que se
agradece siempre y permite seguir a la perfección toda la parte cantada.
Luce bien a lo largo de toda la obra, y los duetos junto con Carles Cosías
alcanzan sus mejores momentos, voces que se mezclan y combinan a la perfección,
por belleza, ambas, y por expresión y elegante fraseo.
Estupenda estuvo en su romanza final “De qué me sirve…” con la que logró mantener
callada a la audiencia de impertinentes toses por unos minutos, y dio toda la
intensidad dramática a ese gran momento de reflexión de la ya Reina María de
Portugal.
Un verdadero placer gozar de una voz estupenda así como de una
interpretación a caballo entre la coquetería y la seriedad de la regia corona,
falsa, que ciñe su sien.
Si bien la voz de Sonia de Munck es de brillante destello, la suya
contrasta y combina a la perfección con la de la exuberante CRISTINA FAUS, con una presencia
escénica excepcional, a la par de una también perfecta dicción. Una voz bella y
amplia y de registro generoso y bien fundida con la de Sonia de Munck en el momento más conocido de la obra,
el famoso bolero “Niñas que a vender flores vais a Granada..”, pero también en
su dueto con Carles Cosías, “Si a decirle me atreviera…”.
Destacar también su buen trabajo a nivel escénico, cuidado y desenfadado en
todos los registros.
Genial el Rebolledo, como siempre, de FERNANDO
LATORRE, a quien se le ralentizó, y
bastante, su “Yo quisiera, verme fuera, eso huele a ratonera…”. Estupendo en
sus escuetas intervenciones vocales, afrontadas de forma segura, pero también
genial en su parte hablada.
El Campomayor de RICARDO MUÑIZ
me convenció más aquí que cuando se lo escuché en Lisboa, construyendo un personaje,
quizás de por sí antipático, en alguien simpático y desenfadado; mientras que
el Don Sebastián de GERARDO BULLÓN,
como siempre correcto y convincente.
Otro Sandoval más
Permítaseme pues dejar la interpretación del tenor CARLES COSÍAS para el último puesto, para cerrar y que nadie se me
enfade, con broche de oro, la última función de estos “Diamantes” sevillanos,
ya que de hecho, su personaje, el Marqués de Sandoval, es el alma de esta
zarzuela, en los momentos cantados, en los hablados, pero también actuando y sin
necesidad de abrir la boca para lucir esa maravillosa y bella voz de la cual es
poseedor.
Su gusto, su sensibilidad, su elegante fraseo y su bellísima voz – que aunque
resulte pesada, no me voy a cansar de repetir- hacen de él un gran artista que
convence ya desde su primera intervención con su sensacional “Que estalle el
rayo…”.
Y no solamente con esta romanza dado que sus duetos con Sonia de Munck y
Cristina Faus, se convierten en grandes momentos de la función. Esa voz que
fluye con elegancia por la sala y toca al cielo en su dueto con Catalina cuando
de repente mís oídos se inundan de un “Mátame… mátame” que apiana y matiza con
una sensibilidad al límite que me hacen poner el vello de punta.
Sólo alguien que se emociona cuando canta puede emocionar a quien le
escucha, y en eso, Carles Cosías, es un verdadero maestro. Y pasea por el
escenario esa voz limpia que matiza coloraturas y pone el justo acento donde
hay que ponerlo para que las palabras cantadas tengan el efecto que el propio
artista busca.
Destacar también todo su trabajo escénico -
que no es poco - y genial vis cómica de la que hace gala, y por ello,
merece verse en directo esa genial
interpretación, gozarla, y si se puede, repetirla, porque a una siempre le
quedan ganas de más.
En definitiva una gran tarde-noche de música en la que se combina el
misterio, los enredos, la comicidad, la sensibilidad, unos buenos versos con
uso y abuso, al extremo, de la redondilla, y sobretodo un reparto de lujo que
han hecho de ella, además de dar a conocer una obra como “Los diamantes de la
Corona” del maestro Barbieri, un diamante
cuyo brillo no se apaga.
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