“Della gloria d´Otello è questo il fin”: Roberto Alagna en "Otello"
Desde que Domingo
colgó las vestiduras y los mantos de “Otello” no ha salido ningún intérprete
que, aunque nunca jamás a su altura, pueda ser un modesto o digno sucesor de
este personaje tan fascinante.
Si exceptuamos que
hoy en día, y muy faltado de todo lo que Domingo tenía y ofrecía en el
escenario, el único “Otello” más o menos creíble o potable que podamos encontrar
actualmente en el escenario es José Cura, una puede constatar cómo está el mundo de la
ópera. Sin embargo debo decir a favor de Cura que el argentino ha hecho bastante
suyo su papel sin caer en el error de querer copiar al gran y mejor moro de
Venecia que haya dado la historia de la ópera y es, quizás, el Otello más
creíble que se pueda ver en el escenario.
¿Por qué el “Otello”?
“Otello”, la
penúltima ópera del maestro Verdi. La obra que todos los tenores aspiran y
sueñan con cantar algún día, pero cuidado, se tiene que tener primero de todo
la voz para poder afrontarlo.
¿Qué tiene esta
ópera que envenena las mentes y las gargantas tenoriles? Sin duda es una de las
más grandes óperas compuestas jamás, y la adaptación del libreto hecha por Boito
unido a la estupenda música del genio de Busetto, hacen que ella sea, incluso
aún mejor, que la propia obra escrita por Shakespeare.
De entrada, pues,
es una obra que tiene todos los elementos para seducir al público, pero también
al intérprete que la afronta, pero como decía, sin tener la voz adecuada para
hacerlo, esta ópera no puede funcionar.
Ramón Vinay, Jon
Vickers, Mario del Monaco, Vladimir Atlantov, Johan Botha, José Cura son
algunas de las voces del pasado y del presente que han flirteado con esta
ópera, e indiscutiblemente y para mí, sin lugar a dudas, el gran Plácido
Domingo, que ha cantado e interpretado como nadie esta ópera y este personaje.
Todo es cuestión de
gustos, pero Plácido Domingo ha sido quien mejor ha representado al Moro de
Venecia: por voz, por expresión, por comprender el alma de este personaje atormentado,
lleno de celos y que sufre de un complejo de inferioridad tan brutal que le
llevan a una autodestrucción sin posibilidad alguna de cura. Y porque ha sido
el único con la suficiente capacidad física y mental para poderlo hacer a lo
largo de más de 25 años.
Lanzarse a una piscina sin agua
Precisamente esto
es lo que ha hecho, o está haciendo estos días el tenor francés ROBERTO ALAGNA.
Me confieso “Alagnista”
de pro, me encanta su voz y la forma de interpretar sus personajes. Y aquí está
el matiz “sus personajes”, porque el “Otello” no es suyo, nunca podrá estar en
su largo haber de roles, precisamente porque no se adecúa a su voz ni a su
temperamento.
Roberto Alagna está
dotado de una bella voz mediterránea y a la vez de un gusto exquisito y sentido
de la expresión difícil de encontrar y un elegante fraseo. Una voz que enamora
a la primera escucha y cuyo canto es capaz de subyugar incluso al más
insensible de este mundo.
Por eso sus “Bohème”,
sus “Faust”, sus “Manon” o sus “Romeo” o “Nemorino” me gustan tanto. Por eso
los tengo destacados en un lugar especial, pero, tener la osadía de atreverse
con un “Otello” es por un lado, un acto de valentía y por otro, un arrebato de
inconsciencia bárbara que puede, perjudicarle a la larga, si es que no lo ha
hecho ya, tal como le pasó al abordar personajes como Manrico, Canio e incluso
Turiddu, o Rodrigue de “Le Cid”.
Otello es un
personaje que necesita una voz un tanto oscura, y la de Alagna no lo es. Su voz
solar, mediterránea llena de luz, es insuficiente para el héroe vencedor de los
musulmanes.
Y no solamente le
falta esta oscuridad, no, le falta la agresividad, le falta autoridad, le falta
expresión, concentración.
Su interpretación
no es libre. Tiene que estar tan pendiente de su canto, un canto que le va grande
y no puede con él que todo ello va en detrimento para que el francés pueda “interpretar”
al Moro.
Su Otello no da
miedo. No es brutal. Puedes mirarle a los ojos y Alagna no despierta en Desdémona
el más mínimo ápice de pavor. ¿Dónde están sus celos? ¿Dónde está su rabia?
¿Dónde está esa explosión, esos berrinches, esos gritos de Otello cuando Yago
le pone por delante la mentira que acaba de urdir?
Simplemente no
está. Parece que tanto le da. Su personaje no es, ya desde el principio,
creíble, y ello, le condiciona el resto de la obra.
Es quizás en el
último acto, cuando ya ha superado el grueso más difícil de esta enrevesada
partitura donde Alagna “intenta” ponerse acorde con la ópera, al menos, lo prueba
queriendo rozar esta tan importante credibilidad que no ha encontrado desde el
minuto 1 de la ópera.
Falta volumen,
falta sangre, falta pasión, falta brutalidad, pero también falta diferenciar y
contrastar con la voz los momentos íntimos con Desdémona de los ataques
furibundos de celos del guerrero que lleva dentro. Un Otello completamente pasivo
y una partitura que para Alagna es una cuesta más difícil y dura de afrontar que
si estuviera encima de una bicicleta a punto para subir el Tourmalet.
Por tanto, podría
definir con una frase bien escueta lo que le falta a Roberto Alagna para ser un
buen Otello: le falta TODO.
Esperemos, pero,
que esto sea simplemente un resbalón en su carrera, una simple aventura de
verano, y que tenga el suficiente sentido común para no regresar de nuevo al
Moro de Venecia.
Los otros intérpretes
Tampoco estuvieron
a la altura para firmar un “Otello” en condiciones, más o menos, salvados
quizás por una suficiente ejecución de la Orquesta Philarmonique de Radio
France con el maestro MYUN WHUN CHUNG, que
ya dirigiera, años ha, el último “Otello” que grabara Plácido Domingo para la
Deustche Grammophon.
INVA MULA enfundada en su
traje blanco de Desdémona, cuenta con una única baza: hace gala de unos
pianísimos sutiles y bien encarados, aunque la voz pierde interés en los
pasajes donde debe haber “forte”, pues su tendencia es ir a rozar el grito y la
voz pierde harmónicos.
La química con
Alagna no era precisamente muy explosiva que digamos, pues Alagna no tenía tampoco
la cabeza para centrarse en el trabajo actoral del personaje.
SENG-HYON KUO en el
papel de Yago tampoco estuvo a la altura de este “Otello”, que como he dicho,
de altura está muy faltado.
Yago
es un personaje casi tan protagonista como el propio Otello. Es un personaje
maléfico, lo sabe el público, pero Otello no, por tanto, maldad y aparente
nobleza son dos de las cosas que debe reflejar su canto, y que evidentemente,
no reflejo este barítono, supongo que coreano.
Una
voz justa, tímbricamente sin interés y de un trabajo actoral deficiente.
No
dedico más al resto del elenco de una representación que no puede alcanzar la
calidad que se espera cuando encima del escenario hay intérpretes de la talla y
la categoría de un Roberto Alagna.
Otro “Otello”
en la colección que restará, sin lugar a dudas, como una mera anécdota.
Comentarios
Podría haber sido mucho más dura con Roberto, y me sabe muy mal escribir eso sobre él porque sabes que es un cantante que me gusta mucho y me hace disfrutar escuchando su voz, pero, no con el "Otello".
Roberto no tiene la voz, ni la condición física y mental para afrontar un reto como este, y aunque lo trabaje, como tu sugieres, nunca estará cómodo con él, pues echará a perder una bonita voz que, con el paso de los años (y los años no pasan en balde parara nadie) ya ha ido perdiendo aquel brillo, aquel sol, aquella mediterraneidad de la que hace gala un instrumento tan privilegiado como el suyo.
Para mí es una lástima no poderle disfrutar con esta ópera, le prefiero con Romeo o con Des Grieux.
Posibilidad de mejorarlo... siento ser tan dura... per no lo creo.
Besos,