Floja "Tosca" en Sabadell
Oh Scarpia, avanti a Dio!!
Con
esta última frase y con la orquesta ahogando los últimos compases de la obra,
Floria Tosca, descubre el engaño del barón Scarpia y termina la
celebérrima ópera del compositor Giacomo Puccini mientras ella se arroja desde
el Castel Sant´Angelo de Roma. Scarpia ha ganado la partida.
Precisamente,
“Tosca” era el título con el cual quedaba inaugurada el pasado día 31 de
octubre la presente temporada de ópera en nuestra ciudad, el primero de los
tres títulos operísticos que se representarán en esta temporada, a parte de la
esperada tercera edición del Concierto Homenaje a la Zarzuela, que viene a
sustituir la zarzuela representada con la que la A.A.O.S empezó a hacer hueco
en las temporadas sabadellenses al tan, por mí querido, género español.
A
pesar de ser un domingo por la tarde y del atractivo que tiene esta ópera para
todos los aficionados, el Teatre de La Faràndula no presentaba un lleno total a
pesar de que desde la A.A.O.S se ha asumido el incremento del IVA y no se ha
tocado el precio de las entradas que ya se había fijado en el mes de julio.
Escenografía
y dirección de escena
El
presupuesto es reducido, conscientes somos de ello, y los medios son los que
son y se aprovechan casi siempre bien gracias a la inteligencia de CARLES
ORTIZ y JORDI GALOBART, aunque no siempre se consiga el efecto
deseado.
Aún
tengo en mente la genial “Aida” que montaron en febrero del año pasado y ante
la cual, continúo sacándome el sombrero.
Con
algún que otro elemento reciclado de otros montajes, se presentó una “Tosca”
completamente de corto clásico, muy a mí gusto, donde todo, acción y libreto, debe
cuadrar al céntimo con lo que se ve encima del escenario. El vestuario también,
acorde, recurría al tópico “los de blanco son los buenos” y “los de negro son
los malos”, colores que se rompen tan solo con el vestido de fiesta de color
rojo que Tosca luce en el segundo y tercer acto.
Por
lo tanto, en este sentido, no se puede pedir más.
Bien
resuelto el primer acto que sitúa la acción dentro de la iglesia de Sant´Andrea
della Valle, con un gran cuadro de María Magdalena que pinta Cavaradossi, y
menos acertada la puerta de la Capilla de la Marquesa Attavanti.
Sin
lugar a dudas, el segundo acto fue el más lucido escenográficamente hablando. Varios
elementos sin cargar el escenario y los justos para imaginar el acogedor salón
donde Scarpia urde su trama para gozar de los favores de Tosca y eliminar, de
paso, a Cavaradosi.
El
tercer acto, que se desarrolla en la terraza del Castel Sant´Angelo, fue quizás
el menos espectacular y sin el ángel que amenaza con su espada, pero no hubo
nada en él que rozara la incoherencia.
Si
bien la escena funcionó, no puedo decir lo mismo acerca de la dirección de
escena en la que se palpaba la fría relación entre la pareja protagonista.
Tosca y Cavaradossi son amantes, no debemos olvidar esta premisa, así es que lo
lógico es que haya un juego cariñoso entre ambos en el primer acto. Sé que es
muy difícil concentrarse en el canto y actuar a la vez, pero cuando estás
acostumbrada a ver tanta realidad entre la pareja protagonista, cuando has
visto tanta química entre tenor y soprano, resulta notorio frío y decepcionante
encontrar que no hay ni una pizca de chispa en su interpretación.
En
esta ocasión, creo que la tripleta central Cavaradossi-Tosca-Scarpia no estuvo,
escénicamente, bien dirigida: ni Cavaradossi tenía ni tan siquiera carácter para
aguantar el peso de su relación con Tosca, ni ésta jugueteaba a su antojo con
el pintor creyéndose que él simplemente es un títere en sus manos, ni Scarpia
fue el malo malísimo de la tarde que todos esperamos.
Y lo que para mí es más
grave es precisamente que Scarpia en ningún momento de la ópera produjera al
espectador asco o terror, puesto que el personaje dibujado ayer por la tarde
era de la de un señor bonachón con el cual te irías a cenar, porque no cae mal,
porque no es lascivo ni cruel en ningún momento.
Por esto creo que CARLES ORTIZ, el director de escena,
debió haber perfilado mucho más la personalidad y psicología de cada uno de
ellos.
Y no solamente debió haber
cuidado esto, sino también pequeños detalles de escena que, cuando te
encuentras con voces sumamente extraordinarias, estas nimiedades carecen de
importancia porque los cantantes hacen llegar al público la magia de su
interpretación, pero cuando éstos no logran este efecto, todo, absolutamente
todo, adquiere relevancia.
Detalles como hacer
escapar a Cavaradossi y Angelotti por la capilla de la Marquesa Attavanti y
dejar la puerta cerrada no hace sino que contravenir el propio libreto, porque
el Sacristán, sorprendido, observa que la capilla está abierta: “Aperta!!!
Arcangeli… È un’altra chiave” dice su personaje, pero sin embargo, Cavaradossi
en su fuga con Angelotti, la deja cerrada, y si estuviera cerrada, no sería
motivo de sorpresa para él.
Dirección musical
Pequeñeces, las
anteriores, que malbaratan una gran ópera como es la “Tosca”, pero lo peor es
observar cómo el personaje se prepara para reaccionar ante una determinada
palabra o ante un determinado momento musical, porque está esperando siempre a
la orquesta, y no al revés.
La orquesta siempre debe
de estar al servicio del cantante y no al revés. No me cansaré nunca de
decirlo, la orquesta acompaña al intérprete y el director debe ser consciente
de ello. Nunca puede primar su protagonismo en detrimento del cantante. Es la
orquesta quien debe esperar y mimar al cantante.
Ello produjo que en muchas
ocasiones el cantante, ante los ojos del público, preparara la reacción ante su
siguiente frase musical, precisamente porque estaba esperando a que la orquesta
acabara de lucirse en algún compás. Y el
efecto resultó feo, y más en una ópera como “Tosca”, una de las reinas del
verismo, en la que el gesto es importante, pero siempre tiene que parecer
espontáneo ante un determinado compás, ante un determinado “leitmotive” o ante
una determinada palabra.
Al revés no puede
funcionar porque se palpa la artificialidad del teatro y no la naturalidad.
Por ello, y porque la
orquesta sonaba atronadora sobretodo en la parte del metal, no me gustó la
dirección del maestro GIL DE TEJADA,
el cual alargó y ralentizó a la Simfònica del Vallès de manera descarada en el
momento en que Scarpia entra en la capilla de la Marquesa Attavanti y encuentra
el abanico con el cual inducirá la, de su ya por sí celosía, a Floria Tosca.
Estas alargadas, y otras
durante la función, hacían notorios los silencios de los intérpretes, y no
hacían sino que afear la expresividad del cantante.
Quizás el maestro Gil de
Tejada tenía motivo para hacerlo, y lo desconozco, pero no me gustó.
El verismo se canta, sí,
pero lo que se canta es como si se estuviera hablando, y alguien que está
teniendo una conversación resolutiva no hace estas largas pausas.
Los intérpretes
El papel protagonista y
que da título a la ópera fue encarnado por la soprano madrileña SAIOA HERNÁNDEZ, habitual de la casa
desde hace ya algunos años, y que se va reafirmando como una soprano de gran
carácter.
Tiene voz, agudos y
centro, y Tosca es un personaje difícil y lleno de matices. Reprocharle quizás
tanta seriedad en su personaje, era una Tosca que no se relajaba ni en los
momentos en que debe juguetear con Cavaradossi, pero lo cierto es que es una
voz importante y de efecto, sobretodo cuando de los extremos agudos pasa a la
zona central.
Estoy segura que a medida
que vaya rodando el personaje puede llegar a ser una gran Tosca, y en la
función de ayer por la tarde, fue muy regular en su interpretación.
Con Saioa sabes que
ascenderá al agudo, y que lo hará sin problema, pero hay más cosas además del
agudo: está la expresividad, los matices, el saber respirar donde se debe y no
cuando se quiere, temas todos ellos a corregir y que, a pesar de ello, visto el
resto de la representación y los aplausos del público, Saioa, junto al Scarpia
del barítono Ismael Pons, fueron los triunfadores de la tarde.
Sin duda ayer no fue el
día del tenor JAVIER AGULLÓ, con una
voz completamente nasal hasta el hastío del oyente, insegura en la zona aguda y
para nada interesante en el centro que sonaba, siempre, valga la redundancia
nasal.
Pasó muchos apuros en el
primer acto, sobretodo en el temido “La vita mi costasse, vi salverò” en la que
se hizo patente lo que se adivinaba ya en el aria “Recondita armonia” y el
subsiguiente dueto con Tosca.
Más enérgica fue su “Vittoria,
Vittoria” en el segundo acto, pues había podido reposar ya la voz, pero todos
los problemas que ya habían aparecido en el primer acto, como fiato al límite e
inseguridad en los agudos, y notas casi rascadas rozando la afonía volvieron a
manifestarse en el tercer acto, en el que cantó un discreto “E lucevan le
stelle” y dueto final con Tosca.
No sé si cantaba resfriado
o qué le pasaba, pero lo cierto, es que de las tres veces que le he escuchado
(Madame Butterfly y Los cuentos de Hoffmann) es en la representación en que ha
estado peor, y sinceramente desde la A.A.O.S deberían plantearse si es una voz
adecuada para presentarlo ante el público de Sabadell y del resto de
localidades catalanas en que se representará esta Tosca.
ISMAEL PONS, cumplió como siempre con
su cometido. No posee una voz de timbre bellísimo, pero es un cantante solvente
y sabes exactamente lo que dará y lo que puedes esperar de él.
En algún momento, y no es
solamente en el caso de Pons, sino con el resto de intérpretes, el gran volumen
de la Orquesta Simfònica del Vallès velaba las voces de los cantantes,
haciéndoles, casi inaudibles en las primeras filas de platea.
Lo único que debo reprochar
a Pons es la caracterización del personaje, pero esto es cuestión de una mala
dirección de escena y de profundización del personaje.
Me gustaría destacar, de
los personajes secundarios, especialmente la intervención de XAVIER AGUILAR una voz a seguir que dotó
de la gracia a un personaje como es el Sacristán, y lo hizo a la antigua
usanza, con un ligero toque de comicidad que hace simpático a este entrañable
papel. El público sabadellense lo recompensó con un gran número de aplausos,
que compartió con Saioa Hernández e Ismael Pons.
En definitiva una
flojísima tarde de ópera en Sabadell, en medio del dulce momento por el cual
atravesaba la A.A.O.S. Una piedra en el camino para ellos que les obligará a
ponerse rápidamente las pilas, a reflexionar, a trabajar y a cuidar una
infinidad de detalles para que en “Nabucco”, que se representará en febrero,
salgo todo redondo.
Comentarios
Una autentica lástima que no haya estado a la altura del nivel habitual de l'ôpera de Sabadell. Espero que la próxima esté mejor.
Por lo que la asistencia de público se refiere, hace días, desde que empezó la temporada en el Liceu, que observo que este teatro tampoco ha presentado un lleno absoluto en ninguna de las funciones (espero que Elisir luzca un llena total). Esto es algo que empieza a preocuparme y mucho....
petons.
Petonets.
Això del Liceu és dramàtic també, però ja se sap que en els temps que corren, assistir a l´òpera s´està convertint en un luxe, en una època en que ja s´havia assimilat tot el contrari. Una pena.