Han pasado 22 años...
Y como cada año, en esta fecha tan significativa para mí,
quiero recordar el concierto y las voces que despertaron en mí la afición a la
ópera, y en concreto, a la voz del tenor que hizo que, a temprana edad, me
enamorara de la ópera.
Por el título y foto del blog y por aquellos que lo visitan
frecuentemente saben que me estoy refiriendo al Maestro Domingo, voz única e
irrepetible, un artista grande e inconmensurable que ha dado y está dando a sus
años todo en el mundo de la ópera.
¿Qué hubiera sido de mí vida si aquel memorable 7 de julio de
1990, Carreras, Domingo y Pavarotti no hubieran unido sus voces?
Pues probablemente no hubiera sabido qué es la ópera.
Pero
yo, al igual que Chénier, “credo al destino”, y mi destino era la ópera. El
mejor de los dones que me ha dado, hasta ahora, mí vida.
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