Téngase allá el arriero...
Para que luego digan que las zarzuelas no tienen buenos textos, os dejo un trozo de "El Cantar del Arriero" del maestro Diez-Giles, porque a veces la palabra también hace poner la carne de gallina:
Téngase
allá el arriero,
que
de esta puerta no pasa
mientras
gobierne mi casa
mi
voluntad y mi fuero !
Es mesón y abrigo tiene
para
el que a su puerta llama;
pero
no para quien viene
con
negra y antigua fama.
En una noche lejana
he
perdido contra tí ;
hoy
que te tropiezo aquí,
no
eres tú, soy yo quien gana.
y
otro tiempo; la hora, igual.
Atravesaste
el umbral
y
sentado ante fogón
contra
tu frío mortal
calor
mis brasas te dieron,
fortaleza
mis manjares,
y en
mis cuadras y pajares
tus
caballos extendieron
la
amplitud de sus ijares.
que
hendían la carretera...
Si
era Diciembre por fuera,
por
dentro todo era Mayo !
en la
reina de mi hogar;
tu
copa por ella alzaste...
y
el nuevo día al rayar
de mi
mesón te llevaste
lo
que más pude apreciar!...
La casa entera corrí
buscando
a los dos, en vano,
porque
no cabía en mí
que
al que traté como hermano
me
correspondiera así.
y me
lancé a la montaña,
en
donde al cabo encontré
a la
mujer que adoré
arrojada
en la maraña
de
unos togales...
Los ojos muy abiertos ; la faz yerta;
los
labios, antes tan rojos,
blancos
cual los de una muerta,
y el
pelo, lleno de abrojos.
¡Caro pagó su placer !...
La
hubiste de abandonar
al
momento de lograr
su
cuerpo !...
su
infortunio al contemplar?...
Podía
haberla matado.
Pero
estaba desmayada
y un
rufián la había burlado.
¡ De cuanto había pasado,
era
la menos culpada !
Sin
olvidar, perdoné
a la
hembra sin esperanza.
i Pero al hombre, no !... ¡ Y a fe
que a
mí mismo me juré
propósitos
de venganza !...
tanto
ya en mi corazón,
que
mi rencor he olvidado !
Ella
murió. La he jurado
no
matar por su traición.
Por eso al hallarte aquí
te
muestro la dicha mía.
¡
Ella es todo para mí !
Por
aquélla no podría matarte...
i Por ésta, sí!
para
tu gente cerrado,
porque
aún en el corazón
conservo
el dardo clavado
con
que me hirió tu traición.
Por eso dije primero :
mientras
gobiernen mi casa
mi
voluntad y mi fuero,
¡
téngase allá el arriero,
que
de esta puerta no pasa !
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