La luz del lado oscuro de “Il trovatore” sabadellense
“Il trovatore” de Verdi es una ópera ya de por sí oscura.
Y no solamente porque la mayoría de sus escenas se dan durante la noche, sino
porque sus roles predominantes son precisamente los que se mueven en las notas
medias y centrales. Claro que hay soprano y tenor y con páginas absolutamente
brillantes que salieron del genio del de Busetto, pero, sin lugar a dudas,
Verdi confiere una vez más enorme protagonismo al barítono y a la mezzosoprano
como ningún otro compositor hizo.
Ayer por la tarde en Sabadell se daba cita a la tercera
función de la última ópera de esta temporada 2022-2023 que empezara en el mes
de octubre con “Don Giovanni”. A los intérpretes, no obstante, aún les aguarda
un largo periplo por diferentes localidades catalanas, pero, con la de ayer, se
cerraba el círculo en la capital vallesana, a la espera de la nueva e
interesante temporada que ya se ha anunciado para el año que viene. Empezará
con un “Romeo et Juliette” seguida de una “Doña Francisquita”. De esta forma en
la FUNDACIÓ D´ÒPERA A CATALUNYA recupera mi muy querida zarzuela después
de unos cuantos años sin que tuviera presencia. Aplaudo pues la iniciativa y
bienvenida sea de nuevo a casa.
En el mes de febrero podremos disfrutar de “Manon Lescaut”
de Puccini y finalmente, dentro de un año, la que ahora suscribe cuatro
palabras sobre “Il trovatore” hará lo mismo con la “Turandot”. Dos óperas de
repertorio clásico, arriesgadas y difíciles y que los que adoramos Puccini
disfrutaremos sin lugar a dudas.
Austero Trovatore
Sabemos de los medios y los recursos de los cuales
dispone la FUNDACIÓ D´ÒPERA A CATALUNYA, por tanto sería de dementes
esperar un decorado recargado y suntuoso, así como un vestuario más vistoso.
El equilibrio entre la seriedad del negro, la oscuridad
de la obra y la época en la que se enmarca este Trovatore hacen que, escena y vestuario
nos sitúen más o menos en la época. Por tanto, no hay nada que decir acerca de
esto, y destaco como siempre la excelente iluminación para crear ambiente a
cargo de NANI VALLS.
Con un mismo motivo conductor a nivel escenográfico
salpicado de grises y columnas, CARLES ORTIZ y JORDI GALOBART, otorgan,
a este Trovatore sencillo una notoriedad absoluta sin salir del contexto. El
resto de ambientación, como en otras ocasiones, lo dejan al libre albedrío de
los asistentes. Soñar es gratis, y de momento, imaginar, también.
Equilibrio vocal y coral
He de reconocer el gran trabajo y mejor resultado de la ORQUESTRA
SIMFÒNICA DEL VALLÈS y el COR DELS AMICS DE L´ÒPERA DE SABADELL a
cargo del Maestro DANIEL GIL DE TEJADA que supo mantener el volumen justo
y adecuado que requiere esta gran ópera verdiana. Gil de Tejada imprimió
notoriedad y tempi adecuados, quizás a mi gusto en alguna ocasión un
tanto ralentizado sobre todo el momento coral de la “pira” con esos “all´armi” más
lentos que el propio ritmo del aria más esperada de la noche.
Pero a pesar de este pequeño contraste, el maestro llevó
muy bien la función de la tarde, atento en todo momento, cantando con el coro,
concentrado en la escena y en total comunión y entendimiento con los cantantes.
Reparto
MARIBEL ORTEGA regresaba una vez más al role de Leonora. Su voz es más
que suficiente para abordar sin problema el papel verdiano. Los agudos son
claros, limpios y seguros, bien colocados y sin estridencias de las que, otras
habituales en este papel, suelen adolecer.
Empezó en su primera escena quizás algo titubeante en
emisión. Me daba la sensación que la voz se quedaba un poco atrás aunque sin
embargo, finalizada su aria “Tacea la notte placida” afortunadamente, lo dejó,
valga la redundancia, atrás. Bien ejecutada esta primera pieza que culmina con
una cabaletta criminal como es el “Di tale amor” de la que solo cantó la
primera estrofa. Lástima.
Sin embargo, fue en su gran scena del cuarto acto
cuando la jerezana escuchó los atronadores aplausos y bravos del público tras
escuchar su “Damor sull´ali rose”. Cantada sin prisas, con matiz y pianos
bien matizados y ejecutados fue uno de sus mejores momentos que acabarían con el
espectacular dúo con el perverso Conde de Luna.
El tenor argentino GUSTAVO PORTA no fue Manrico en
ninguno de los sentidos. Su voz es suficiente para cantar el role, si, pero con
esto no basta. No basta con ejecutar una buena “Di quella pira” (dicho sea de
paso, con agudos bien asentados tanto en el “o teco all meno” y el “all´armi”
final seguro y dilatado que hacen las delicias de aquellos que, desgraciadamente,
hoy en día continúan pensando que la ópera es tener un buen agudo, o lo que en
catalán diríamos “un bon pinyol”).
No, Manrico no es cantar “Di quella pira” de una forma
solvente y reservarse para ese instante. Manrico es un papel, quizás no tan
agradecido para el tenor si lo comparamos con otros roles verdianos, pero, no obstante
el personaje tiene otras posibilidades expresivas. Y a tal efecto Verdi le
escribe un aria sensacional como es “Ah si ben mío”, momento en que el tenor
tiene que desplegar todos sus recursos expresivos.
No está dotado de una voz especialmente bella ni de un
fraseo que brille, aunque hubo momentos en que imprimió buenos matices, pero,
no acaba de funcionar a pesar de que intentó asentar piani que en algún
momento me dio la sensación de que la voz se tornaba un poco ronca. No se le puede
negar que lo intentó después de un inicio con “Deserto sulla terra” más que prescindible
y cantado con demasiada ligereza muy lejos del canto de un trovador.
Luz en la oscuridad
Sí, quizás un poco rebuscada la frase o parafraseada de
otra que se ha hecho famosa en Catalunya, pero lo cierto es que la oscuridad de
las voces del Conde de Luna y de Azucena fueron la que dieron, a este Trovatore
sabadellense, la luz y el equilibrio a esta magna ópera de Verdi.
No miento si digo que el gran triunfador de la noche fue
sin lugar a dudas CARLES DAZA que regaló su voz al Conde de Luna. Un
volumen y corporeidad más que suficiente para abordar un papel como éste.
Su voz suena bien, sana, robusta y tajante, acompañada de
una excelente dicción, cosa que siempre he destacado del interprete catalán (y
eso tanto si canta solo como si se trata de duetos o de concertantes). Con Daza
no hace falta que sigas la subtitulación porque se entiende perfectamente todo
lo que está cantando, y eso, para mí es muy importante, y es otro de los
grandes recursos expresivos a los que, un cantante inteligente, puede dar a un
personaje y hacerle justicia.
Ya desde su primera entrada en escena con su “Tace la
notte” se pudo presentir cómo avanzaría en el resto de la obra. Supo dar al Conde
autoridad y austeridad avaladas ambas por un volumen que resonó en todo el teatro
de La Faràndula ayer por la tarde.
Serio en su gesto, autoritario sin rozar el despotismo
que otros intérpretes se empeñan en darle a este papel superó con creces mis expectativas
para con Carles en este role.
Su gran escena del segundo acto fue muy aplaudida y
agradecida por el público y con su voz, con su matiz, en escenas conjuntas en
las que las voces de Daza y Porta se medían, ganaba el catalán respecto del argentino
en autoridad y en volumen.
Para mi fue un enorme placer escucharle en tan espléndida
forma y ver su sin duda notable evolución en todos los sentidos. Aquel a quien
descubrí con un ya lejano Silvio de “I pagliacci” y al que ya auguré a mi
salida del teatro que allí había una buena voz a seguir y de la cual oiríamos a
hablar, ver ahora donde está y lo que ha ido cosechando, es sin lugar a dudas,
como aficionada una auténtica satisfacción.
No quiero no obstante dejar de comentar otro de su grandes
momentos, en esta ocasión al lado de Maribel Ortega y que fue el apabullante
dueto del cuarto acto “Mira d´acerbe lagrime” en las que la voz de Maribel hizo
más buenas migas con la del barítono que en otros pasajes que aún estaban por
venir junto al Trovador.
Enhorabuena, Carles.
De los intérpretes principales, de los 4 intérpretes
principales mejor dicho de este Trovatore, quiero hacer, por supuesto, una
mención especial para la mezzosoprano catalana LAURA VILA que afrontó
uno de los papeles más exigentes salidos de la pluma del gran Verdi.
Y es que Laura es muy bien conocedora de sus medios vocales,
de sus posibilidades y de su capacidad como cantante y artista.
Valga por delante que aplaudo que no presentara una
Azucena escénicamente pasada de vueltas como hacen otras de las que hemos
considerado grandes Azucenas con el simple y vulgar objetivo de erigirse, sin
lugar a dudas, en el centro de las miradas durante una representación operística.
Y recordemos que una ópera es un trabajo de equipo.
Laura dotó a Azucena de inteligencia. Cantó lo que tenía
que cantar sin exagerar un ápice la parte vocal y sobre todo la escénica. No sobreactuó.
Simplemente actuó. Y eso, a nivel personal, yo se lo agradezco. Mucho.
Azucena es, a la par que Anmeris, un bombón de papel. Oscuro,
perturbado, con pulso. Y esto se nota en su ejecución.
Su “Stride la vampa” ya fue un claro ejemplo a nivel
vocal y artístico. ¿Por qué poner los ojos fuera de órbita para cantar esto?
¿Por qué exagerar el gesto cuando tienes los recursos para hacerlo con la voz?”.
¿Por qué desviar al público con esos recursos manidos si el recurso lo tienes
en tu garganta?
Brava Laura porque su voz sonó como tuvo que sonar, sus
graves, sin ser la suya una voz de gran dramatismo es más que suficiente para
esta Azucena.
Genial como paseaba su voz por las zonas más altas y exigentes
que se puede encontrar en la escala de la mezzosoprano, y el gran contraste –
aquel que a mi me hace estremecer cuando se lleva la voz del agudo al grave en
dos segundos – estuvo presente ya desde el principio de esta aria.
Quiero destacar también, porque para mi es muy importante
que, al igual que comentaba para Carles Daza, que Laura Vila tiene un fraseo
impecable y completamente inteligible. Tampoco necesitas seguir la subtitulación
cuando ella está cantando. Y eso es más que meritorio dado que, de por sí, es
mucho más difícil entender las voces femeninas que las masculinas cuando están
cantando.
Tanto en el dueto del segundo acto “Non son tuo figlio”
como en el del cuarto “Madre non dormi”, ambos con el tenor, estuvo realmente
fantástica. Me sorprendió sin embargo, en el primero, en el “Non son tuo figlio”
el cambio de tempo en el “Ma dell´alma dell´ingrato non parlò dal cielo
un detto” respecto al que se había llevado todo el dueto. No acabé de
entenderlo aunque si el objetivo era remarcar la autoridad de la madre y las
instrucciones que con ello daba a su hijo, pues bueno, de acuerdo. Personalmente
estos cambios bruscos, marcados obviamente fruto de un trabajo previo con
dirección, no acaban de convencerme. Pero es simplemente mi opinión.
Quiero decir también que, a pesar de que las páginas más
famosas para Azucena sean acaso ese “Stride la vampa” o el demencial “Condotta
era in cepi”, a nivel personal para mí, Azucena tiene otro momentazo si
se me permite usar esta expresión popularizada años ha. Y este momento es el de
“Deh, rallentate, o barbari, le acerbe mie ritorte...Questo
crudel supplizio è prolungata morte...” Si, el clímax final de
esta primera escena del tercer acto es para mi cuando Verdi, cuando el genio de
Verdi y todo el infierno que arde en su imaginación, brinda a la zíngara una de
las mejores y más emotivas páginas jamás escritas para ella. Y aquí si que
Laura hizo que se me pusiera la carne de gallina con ese arrebato tan típico y
tópico de las obras de Verdi.
Brava!!! Brava Laura.
No fue sin embargo aplaudido el dueto del cuarto acto con
Manrico “Madre non dormi” pero fue ejecutado excelentemente al igual que su fulminante
“Sei vendicatta, o madre” que concluye la obra.
Roles secundarios
De los cuales destaco el Ferrando de JEROBOAM TEJERA y la Inés de MARIYA MELNYCHYM, el
primero por tener una voz de aquellas que, en cuanto emiten la primera nota ya
ves que son de aquellas que inundan por completo el teatro y porque la difícil
partitura que Verdi le encomienda, la hace sin titubeos. La segunda, por
calidez de voz y fraseo completamente inteligible, que insisto, para mí es muy
importante.
Sin duda una tarde de ópera la de ayer recomendable si lo
que se busca no es la espectacularidad de los agudos en “Di quella pira” o los
pasajes más populares de la ópera de Verdi como lo son el coro de los gitanos del
segundo acto, o el coro de soldados del tercero.
Si lo que se busca es disfrutar de unas buenas voces que
tienen sentido de la interpretación y que les prestan atención al texto y a
cuán importante es la expresividad que se le puede dar a un personaje
operístico, sea de la cuerda que sea, entonces, este, es vuestro “Trovador”.
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